6 janvier 2001
Notre Seigneur :
Coeurs endurcis, infidèles,
orgueilleux, qui êtes-vous, vous, pour dire à Dieu ce qu'il
doit faire, à qui, où et quand Il doit se manifester ? Ah,
incrédules !,
Il y a longtemps déjà, mes enfants, Je vous ai dit que mes paroles allaient pendre fin, car J'ai tout dit, depuis le commencement jusqu'à la fin. Et comme vous le voyez, mes enfants, peu à peu tout est en train de se réaliser. Mais pourquoi êtes-vous si
cruels, mes enfants, et n'acceptez-vous pas le message de Dieu Tout-Puissant
?, alors que la seule chose que Je vous demande, c'est que vous changiez
vos vies. Il n'y a rien de plus en vous que l'extérieur, mais votre
intérieur mes enfants ?
Si vous me repoussez et si vous persécutez ces manifestations, mes enfants, c'est parce que Je vous dis des vérités que vous ne voulez pas accepter. Votre orgueil vous aveugle, et vous ne (voulez pas) reconnaître ni cueillir les bons fruits de ces manifestations. Vous persécutez, vous enfoncez vos piques, et vous essayez de faire disparaître ce que J'ai manifesté aux hommes. Combien de fois dois-Je vous dire, mes enfants, que Je suis le maître de votre vie ? Je vous donne une opportunité, mais Je peux vous appeler en ma présence, et alors, malgré vos dénégations, ma justice sera terrible. Ne pas prêcher que la Miséricorde
Aux prêtres saints
Comment pouvez-vous avoir un coeur si cruel, mes enfants ! Moi qui vous ai donné le pouvoir de faire et de défaire, mes enfants ! Soyez justes, car lorsque vous vous présenterez devant Moi, mes enfants, il sera terrible pour vous de ne pas avoir bien usé de votre justice. Je vous le répète : tournez votre regard vers Dieu, soyez des pasteurs de mon Église, car mon Église a besoin de pasteurs saints, qui rassemblent tous les troupeaux. Ne soyez pas des fonctionnaires, votre fonction est dans l'Église, mes enfants. Obéissez aux évêques. Obéissez au Saint Père, il y aura alors un ordre, et tout changera, mes enfants. Si vous changiez vous-mêmes, mes enfants, le monde irait mieux. C'est pourquoi Je demande aux prêtres fidèles et saints d'être forts, d'aller de l'avant et de suivre le chemin droit de l'Évangile, sans avoir honte, et en donnant leur témoignage de pasteurs saints de l'Église. Et vous qui jugez légèrement,
sans motifs, malheur à vous, quand vous arriverez devant ma divine
présence ! C'est pourquoi Je vous le demande : courbez l'échine,
venez à Moi et changez vos vies ! Je fortifierai votre esprit, mais
que votre coeur soit toujours disposé à accepter ma Parole
!
la damnation des prêtres déplaît
à Dieu
Les fruits des apparitions de l'Escorial
Invitation aux pécheurs
Et toi, ma fille, prie beaucoup,
parce que les persécutions ne s'achèveront pas. Ils sont
obstinés et parfois cruels. Mais toi, cherche ta protection dans
nos Coeurs. Prière et pénitence, mes enfants ! Priez pour
ceux qui ne prient pas, et faites des sacrifices pour ceux qui n'en font
pas ; les hommes, en effet, vivent dans le confort, (pour eux) le sacrifice
n'existe pas et ils ont oublié la prière ; et la foi disparaît
de plus en plus des foyers.
[Venir à l'Escorial]
Vision du Ciel
Notre Seigneur : Et dire que les hommes ne se rendent pas compte de tant de grâces que J'ai répandues en ce lieu ! Que vous êtes sots, mes enfants, et que vous êtes aveugles ! La Très Sainte Vierge :
Levez tous les objets, ils seront tous bénis avec des bénédictions spéciales pour la conversion des pécheurs. Toi, ma fille, accepte toutes les épreuves que le Seigneur t'enverra, et prie beaucoup pour eux tous. Je vous bénis, mes enfants,
comme le Père vous bénit, par l'intermédiaire du Fils
et avec l'Esprit Saint.
MENSAJE DEL DÍA 6 DE ENERO DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
EL SEÑOR: Hija mía, hay que seguir orando, pues el corazón de las almas está muy endurecido. ¡He dicho tantas cosas, hija mía, tantas cosas!; y los hombres no quieren aceptar mis palabras. Tienen ojos y no ven y orejas y no oyen, hija mía. Su corazón no está dispuesto para aceptar mis palabras ni para aceptar la voluntad de Dios, hija mía. Por eso no quieren aceptar mis leyes y quieren imponerme a mí sus leyes. Corazones endurecidos, infieles, soberbios, ¿quiénes sois vosotros para decir lo que tiene que hacer Dios y a quién tiene que manifestarse, dónde y cuándo? ¡Ay, incrédulos!, corazones fríos, que no os dais cuenta de la situación del mundo y por eso predicáis que todo está bien, porque vosotros vivís en abundancia; los graneros los tenéis llenos y no os dais cuenta de la situación del mundo, hijos míos. ¿Hasta cuándo, necios, tengo que estar avisando? Hace mucho tiempo, hijos míos, os dije que mis palabras se estaban acabando. Y es que todo lo tengo dicho, desde el principio hasta el fin. Y como veis, hijos míos, todo se va cumpliendo. Pero, ¿cómo sois tan crueles, hijos míos, y no aceptáis el mensaje de todo un Dios?, si sólo os pido, hijos míos, que cambiéis vuestras vidas. No tenéis nada más que exterior, pero, ¿y vuestro interior, hijos míos? Me arregláis el templo para atraer a la gente, pero, ¿y el templo de vuestra alma, cómo está, hijos míos? Preferiría un cuchitril, hijos míos, lleno de humildad, de fidelidad, de caridad, de ternura con las almas. ¿De qué manera atraéis a las almas, hijos míos, si vuestro ejemplo no es bueno? Todo se queda en el exterior, hijos míos. Vuestra función no es ésta, vuestra función es las almas; por eso me rechazáis y por eso perseguís estas manifestaciones, hijos míos, porque os digo verdades que no queréis aceptar, hijos míos. Por eso vuestra soberbia os ciega y no reconocéis y escogéis lo bueno que hay en ello. Perseguís y claváis el aguijón e intentáis hacer desaparecer lo que yo he manifestado a los hombres. ¿Cuántas veces os voy a decir, hijos míos, que soy dueño de vuestra vida? Y os estoy dando oportunidad, pero que os puedo llamar a mi presencia, y aunque digáis que no, hijos míos, mi justicia será terrible. ¿Cómo guardáis mi justicia y empleáis sólo mi misericordia? Predicad a los hombres las verdades del Evangelio. No estéis siempre atacando, hijos míos. ¿Qué caridad es la vuestra? ¿Y vuestra conciencia está tranquila, hijos míos, persiguiendo y atacando? Os creéis dioses y por eso no aceptáis mis consejos. ¿Cuántas veces he dicho, hijos míos, que me oculto a los poderosos y me manifiesto a los humildes, porque me comprenden más que vosotros? Sois tan soberbios, hijos míos, que no aceptáis mi divina palabra. Cogéis, quitáis y ponéis a vuestro antojo, y los que lo cumplen y aceptan mi voluntad les hacéis la vida imposible, hijos míos. Yo pido, a aquellos sacerdotes santos, que no tengan miedo, que yo soy su fortaleza y no se dejen arrastrar por aquellos infieles pastores que ni entran ni dejan entrar en el Cielo a las almas. ¡Cómo podéis tener un corazón tan cruel, hijos míos! Yo, que os di un poder para hacer y deshacer, hijos míos; sed justos, que cuando os presentéis ante mí, hijos míos, será terrible no haber empleado bien vuestra justicia. Os repito: volved vuestra mirada a Dios, sed pastores de mi Iglesia, que mi Iglesia está necesitada de pastores santos que reúnan todos los rebaños. No seáis funcionarios, vuestra función está en la Iglesia. Obedeced a los obispos. Obedeced al Santo Padre y habrá un orden y todo cambiará, hijos míos. Si vosotros cambiaseis, hijos míos, el mundo iría mejor. Por eso pido a esos sacerdotes fieles y santos, que sean fuertes y sigan adelante y lleven el camino recto del Evangelio, sin darles vergüenza y dando testimonio de pastores santos de la Iglesia. Y aquéllos que juzgan ligeramente, sin tener motivos, ¡ay, cuando lleguéis ante mi divina presencia!... Por eso os pido: bajad la cerviz y venid a mí y cambiad vuestras vidas. Yo seré el que fortalecerá vuestro espíritu, pero que vuestro corazón esté dispuesto siempre a aceptar mi palabra. Hijos míos, ¿queréis contentar a Dios?: sed pastores fieles, y que vuestro interior esté resplandeciente y limpio, que no os fijéis tanto en el exterior, hijos míos, preocupaos de vuestras pobres almas. ¡Qué tristeza ha sentido mi Corazón cuando muchos pastores han llegado a mi presencia y no han sido fieles a las verdades del Evangelio y he tenido que decir: “No te conozco”! Por eso os aviso, hijos míos, porque os quiero y no quiero repetir estas palabras, sino abriros los brazos de par en par... Y venid, hijos de mi Padre, a gozar de la presencia de la Divina Majestad de Dios. Que oigáis esas palabras, hijos míos. Sed humildes y no seáis témpanos de hielo, que vuestro corazón está endurecido; tened compasión de las almas, no las trituréis, ni las persigáis tan cruelmente, hijos míos. Muchos de vosotros intentáis hundir esta Obra, hijos míos, pero es Dios el que la rige. Preocupaos y escoged lo bueno, para que habléis, hijos míos, con la verdad. Cuántas conversiones, cuántos pecadores han llegado a este lugar desesperados, en tinieblas, y han encontrado la luz y la paz; porque han encontrado a Dios, y viven felices perseverando años y años. ¿Por qué no os fijáis en eso, hijos míos?: en el cambio de vida que dan las almas, en la gloria que me dan. Sed pastores justos, no seáis pastores ingratos, y amad a las almas, que es vuestra obligación. Amad a todas las almas. Y vosotros, pecadores, hijos míos, acercaos a mi Corazón, que mi Corazón llenará el vuestro de gracias. Orad y no os abandonéis en los sacramentos. Confesad vuestras culpas, hijos míos; confesad vuestros pecados con el sacerdote, que muchos de vosotros, hijos míos, no os acercáis al sacramento de la Penitencia y comulgáis en pecado mortal. Confesad vuestras culpas, hijos míos, arrepentíos y orad, e id al sacramento de la Eucaristía, ahí está la vida. Y tú, hija mía, ora mucho, porque las persecuciones no se acabarán, hija mía. Son obstinados y crueles, a veces. Pero tú protégete en nuestros Corazones. Oración y penitencia, hijos míos. Orad por los que no oran y haced sacrificios por los que no lo hacen, que los hombres viven cómodamente; el sacrificio no existe y han olvidado la oración; y la fe, cada día, va desapareciendo de los hogares. Por eso, en los hogares no hay paz entre los padres y los hijos; no se entienden, porque Dios falta en esos hogares. Rezad el santo Rosario en familia, hijos míos. Id a Misa y oíd el Santo Sacrificio de la Misa con devoción, y acudid a este lugar, que yo fortaleceré vuestro espíritu. Muchos de ellos, hija mía, míralos:
fueron sellados con una cruz en la frente; y mira, muchos de ellos, lo
que han alcanzado: la eternidad. Ése es el mayor cielo: estar con
Dios; y el mayor infierno es carecer de la presencia de Dios, hija mía;
no hace falta otro infierno más tormentoso que ése. Por eso,
mira cuántos han llegado a este lugar.
LUZ AMPARO: ¡Ay, ay, ay, Dios mío! ¡Qué
grandeza, Señor!
EL SEÑOR: ¡Y que los hombres no se den cuenta de
tantas gracias como he derramado en este lugar! ¡Qué necios
sois, hijos míos, y qué ciegos estáis!
LA VIRGEN: Oración y penitencia pido; visitas al Santísimo, que están olvidados, los hombres, de Dios. Se han olvidado de visitar a Dios en el Sacramento del Altar. Sed humildes, hijos míos. Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para la conversión de los pecadores... Tú, hija mía, acepta todas las pruebas que el Señor te mande y reza mucho por todos ellos. Os bendigo, hijos míos, como el Padre
os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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3 février 2001
Notre Seigneur : Ma fille, voici
Jésus, la consolation des hommes. Crie, ma fille, que Jésus
veut lancer un appel aux hommes, pour qu'ils changent leurs vies. Cet appel,
Il le lance au monde, et le monde Lui tourne le dos. Crie que Je viens
sauver les âmes, les embraser et les consumer dans mon Amour. Prie
pour elles, ma fille. Que rien ne t'effraie ni ne t'attriste, ni les calomnies
ni les diffamations. Toi, continue à être fidèle à
nos paroles. Crie que tu est le porte-parole de Jésus. Et Moi Je
fais avec toi ce que Je veux, ma fille ; c'est pourquoi Je te dis de n'avoir
peur de rien ni de personne. Toi, transmets ma parole. Sois zélée
pour les âmes, ma fille. Ne cesse pas de prier, car la prière
peut tout. Regarde les âmes que Je t'ai recommandées, ma fille
; aie du zèle pour elles, elles viendront à Moi, Je te l'assure,
ma fille.
Se vider des créatures pour
accueillir Jésus
Je suis la Lumière, venez
à Moi et Je vous ferai voir ce que vous n'avez pas vu, mes enfants.
Comment, alors que Je suis la Lumière, pouvez-vous aller vers les
ténèbres ou vous devenez aveugles, mes enfants ? Alors que
Je viens vous montrer mon amour, mon pardon et ma miséricorde, pourquoi,
mes enfants, ne changez-vous pas vos vies ? Ne m'offensez plus, mes enfants,
mon Coeur souffre à cause des hommes et de mes âmes consacrées,
à cause de mes prêtres éternels. Purifiez-vous de vos
fautes, mes enfants, venez à Moi et apprenez la douceur de mon Coeur.
Travaillez pour la gloire de Dieu, pour votre salut et pour le salut des
âmes. La seule chose que Je vous demande, mes enfants, c'est un peu
d'amour. Allez-vous Me le refuser, mes enfants ?
Appel aux foyers
Relachement des religieux
Et vous, les couples, de vos sacrements
? Et vous enfants, qui ne respectez pas le quatrième commandement
de la Loi de Dieu à l'égard de vos parents ?
[Les ravages de la désobéissance:
Satan, Adam et Eve]
Et vous, laïcs, obéissez
à l'Église, aimez-la de tout votre coeur et respectez l'Évangile.
Venez en ce lieu, mes enfants, il vous enseignera à aimer l'Église,
à aimer les prêtres et à vivre l'Évangile. Faites
des visites au Très Saint Sacrement. Approchez-vous de l'Eucharistie,
mes enfants, et purifiez-vous de vos fautes dans le sacrement de la Pénitence.
La Très Sainte Vierge : L'unité
est très importante, mes enfants. Ne vous séparez pas du
cep où vous pouvez vous alimenter.
MENSAJE DEL DÍA 3 DE FEBRERO DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
EL SEÑOR: Hija mía, aquí está Jesús, consuelo de los hombres. Grita, hija mía, que Jesús quiere hacer un llamamiento a los hombres, para que cambien sus vidas. Este llamamiento lo hace al mundo, y el mundo le vuelve las espaldas. Grita que yo vengo a salvar a las almas, a abrasarlas y a consumirlas en mi amor. Pide por ellas, hija mía. Nada te asuste y nada te entristezca: ni las calumnias, ni las difamaciones. Tú, sigue siendo fiel a nuestras palabras. Grita que eres portadora de la palabra de Jesús. Y yo hago contigo lo que quiero, hija mía; por eso te digo que no tengas miedo a nada ni a nadie. Tú, transmite mi palabra. Ten celo por las almas, hija mía. No dejes de orar, la oración lo puede todo. Mira las almas que te encomendé, hija mía; ten celo por ellas, que vendrán a mí, te lo aseguro, hija mía. Yo te daré fuerzas para gritar que no enojen a Jesús los hombres, que Jesús está muy enojado. Si sólo vengo a decir que tengo hambre y sed de almas, de almas que me correspondan. Yo quiero, hija mía, abrasar a esas almas y consumirlas en mi amor. Pero esas almas tienen que vaciar su corazón, para yo hacer un cielo de cada alma y poderme refugiar en ellas; tienen que destruir lo que llevan dentro: la soberbia, el orgullo, que los lleva a consumar todos los pecados. Sólo os pido que os vaciéis de todo lo terreno, que yo os daré todo lo necesario. Yo soy la Luz, venid a mí y os haré ver lo que no habéis visto, hijos míos. ¿Cómo siendo yo la Luz os vais a la tiniebla, donde os quedáis ciegos, hijos míos? Si vengo a mostraros mi amor, mi perdón y mi misericordia, hijos míos, ¿cómo no cambiáis vuestras vidas? No me enojéis más, hijos míos, que mi Corazón sufre por los hombres y por mis almas consagradas, por mis sacerdotes eternos. Limpiad vuestras culpas, hijos míos, y venid a mí y aprended la mansedumbre de mi Corazón. Trabajad para la gloria de Dios y para vuestra salvación y la salvación de las almas. Si es lo único que os pido, hijos míos: un poco de amor. ¿Me lo vais a negar, hijos míos? ¿Cómo no me comprendéis? ¿No habéis meditado, hijos míos, que es que la tiniebla no os hace ver y tenéis que buscar la luz? Entonces veréis, hijos míos, veréis maravillas. Pero cambiad, no esperéis más tiempo, hijos míos, y reconoceos a vosotros mismos. Dad gracias a todo un Dios, que viene a daros su amor y a invitaros, hijos míos, a que seáis amigos de mi Divino Corazón. Convertíos, hijos míos; ¿no veis las calamidades que hay en el mundo, las catástrofes?; todo es por falta de amor a Dios. El hombre se ha convertido en un dios, y a Dios le quiere dejar como hombre, y Dios será siempre Dios, y la criatura tiene que estar debajo del Creador. ¿Cómo las criaturas, hijos míos, intentáis ser más que Dios? Sed humildes, amad a la Iglesia, hijos míos, sed sacerdotes eternos, entregaos a vuestro ministerio, sacerdotes de mi Corazón. Hago también un llamamiento a los hogares, a todos aquellos hogares... ¿Cómo pueden funcionar vuestros hogares, hijos míos, si no está Dios en ellos? Por eso estáis en guerra constantemente, por eso los hijos se vuelven contra los padres y los padres contra los hijos. Reuníos todos, hijos míos, dialogad, y que haya paz en vuestros hogares. Rezad el Rosario en familia, veréis cuántas gracias recibiréis en vuestros hogares; pero como no está Dios, la esposa es infiel al esposo, el padre no aguanta al hijo, el hijo no respeta al padre, y sólo hay guerras en esos hogares. En los conventos hay un relajamiento, que no viven una vida de contemplación; salen a la calle, se contagian del mundo y abandonan a Dios; por eso hay tan pocas almas donde yo pueda refugiarme; y las pocas que hay, aquéllos que no entran en el Cielo, no las dejan que entren tampoco, porque quieren ser fiel a sus reglas. ¿Qué habéis hecho, hijos míos, de vuestros votos, de vuestras promesas...; de vuestros sacramentos, matrimonios; de los mandamientos, hijos de los padres, que no respetáis el cuarto mandamiento de la Ley de Dios? ¿Hasta dónde quieren llegar los hombres, destruyendo las leyes que Dios ha impuesto? ¿No veis, hijos míos, que nadie está conforme con la Ley de Dios? Parece Sodoma y Gomorra, la Tierra, hijos míos; no se respetan unos a otros: el que es hombre, quiere ser mujer; la mujer quiere ser hombre. ¿Cómo estropeáis las leyes de Dios, si Dios hizo al hombre y la mujer? ¿Por qué extorsionáis los planes de Dios y no os respetáis cada uno como sois, hijos míos? ¿Hasta dónde vais a llegar con vuestros escándalos, con vuestra inmoralidad, hijos míos, con vuestro impudor? ¡Estáis ciegos, a dónde está llegando el hombre! E incluso, hijos míos, quieren convertirse en creadores de hombres. Pero, ¿cómo? ¿No os dais cuenta que muchas almas han sido castigadas por no aceptar la voluntad de Dios, por no obedecer, hijos míos? El ángel cayó del cielo, el ángel más bello, por no obedecer a Dios, por su soberbia. Vuestros primeros padres, hijos míos, en esa desobediencia fueron arrojados del Paraíso. La moral, hijos míos, no la respetáis. ¡Qué inmoralidad entre los hombres, qué falta de amor y qué desobediencia a Dios y a la Iglesia de Dios! Obedeced al Santo Padre, hijos míos, dejaos aconsejar. Y vosotros, seglares, laicos, obedeced a la Iglesia, amadla con todo vuestro corazón y cumplid con el Evangelio. Acudid a este lugar, hijos míos, que os enseñará a amar a la Iglesia, a amar a los sacerdotes y a vivir el Evangelio. Haced visitas al Santísimo, acercaos a la Eucaristía y lavad vuestras culpas, hijos míos, en el sacramento de la Penitencia. Y tú, hija mía, sé fuerte y no escuches lo que te pueda enturbiar, hija mía; lo que enturbia, hay que retirarse de ello. Humildad te pido, hija mía. Refúgiate en nuestros Corazones. Oración, oración; pido a todos:
rezad el santo Rosario, la plegaria que más me gusta, la que en
los hogares se ha olvidado. Amaos unos a otros, perdonaos y uniros, hijos
míos, para la gloria de Dios. ¡Ay de aquellos infieles a mi
palabra! ¡Ay de aquéllos que buscan sus gustos y sus caprichos,
sin importarles abandonar lo que Dios ha puesto en sus manos! ¡Ay,
la infidelidad! ¡Ay, todos aquéllos que habéis abandonado
la Obra de Dios, hijos míos, buscando vuestros caprichos y vuestros
gustos! Todos los que habéis sido desagradecidos a tantas y tantas
gracias como Dios ha puesto en vuestras manos, ¡pobres de vosotros,
hijos míos! Qué ingratos sois; decís que amáis
a Dios, haciendo vuestro capricho y vuestro gusto. ¡Hipócritas
fariseos! ¡Cómo os dejáis arrastrar por la influencia
de Satanás! Muchos de vosotros tenéis en vuestros hogares
a Satanás revestido en ángel de luz. ¡Ciegos, que estáis
ciegos, y vuestra ceguera os lleva a renunciar las grandezas de Dios para
meteros en las miserias del mundo! Tenéis fuentes y bebéis
en los charcos, hijos míos; fuentes limpias y cristalinas, y bebéis
cieno. ¿Hasta cuándo os voy a avisar que tengáis cuidado,
hijos míos, que el demonio es muy astuto y se reviste con piel de
oveja, para engañaros? ¡Ciegos, más que ciegos, vosotros
os sembráis la condenación con vuestra propia voluntad! Infieles:
la infidelidad ante Dios es grave, hijos míos. Amaos los unos a
los otros. Reuníos todos para darle gloria a Dios. La unidad es
muy importante, hijos míos. No os separéis de la cepa donde
podéis alimentaros.
LA VIRGEN: Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para el día de las tinieblas... Yo os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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3 mars 2001
Dieu est outragé par les hommes
Jésus demande qu'on l'aime
Des temps graves approchent
Mes chers prêtres, mes enfants bien-aimés, faites cas de mes évêques bien-aimés, et prêchez dans le monde entier, afin que les hommes tournent leur regard vers Dieu. Ne voyez-vous pas que Dieu est de plus en plus oublié ? Ne faites pas la sourde oreille, mes enfants, écoutez ma parole. Donnez l'exemple, par votre vie. Si les hommes priaient, les âmes
se convertiraient
les hommes sont créés
pour aimer et glorifier Dieu
la luxure rend spirituellement aveugle
Priez beaucoup, faites oraison. Confessez vos fautes, mes enfants, faites des visites au Très Saint Sacrement, tenez-moi compagnie pendant quelque nuit, mes enfants. Les hommes ont oublié ma solitude. Quelle froideur je rencontre dans beaucoup de Tabernacles, ma fille ! Dans beaucoup de Tabernacles, je suis oublié. Faites-moi des visites, mes enfants. Aimez-vous les uns les autres, d'un amour sain et pur, mes enfants. Soyez humbles et comprenez la vérité, mes enfants. N'avez-vous pas peur de mettre un frein à Dieu, mes enfants ? Toi, ma fille, continue de faire
réparation pour ces âmes, afin qu'elles reviennent vers moi.
Comme les âmes sont dures ! Comme il leur en coûte, ma fille,
alors qu'il est si facile d'aimer, mais elles confondent l'amour avec la
passion. Elles ne savent pas ce qu'est l'amour véritables, qui vient
de Dieu. L'homme aime avec passion et par égoïsme. Ainsi est
le monde, mes enfants. Je demande sacrifice et pénitence. Je vous
enseigne à aimer l'Église, mes enfants. Vous tous qui venez
en ce lieu, mes enfants, confessez vos péchés, aimez beaucoup
l'Église, les prêtres, le Saint Père, et priez, pour
ne pas succomber à la tentation.
La Très Sainte Vierge : Oui, ma fille, il est nécessaire de se sacrifier et de prier pour les âmes ; même si les âmes sont ingrates, prie pour elles sans te lasser. Levez tous les objets, ils seront
tous bénis pour le Jour des ténèbres.
MENSAJE DEL DÍA 3 DE MARZO DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
EL SEÑOR: Hija mía, aquí está la Divina Majestad de Dios ultrajada por los hombres. Hay que seguir reparando, hija mía, por las almas. Las almas son obstinadas e ingratas; ni ante la cruz, ni ante los ultrajes, el hombre se humilla, hija mía, y los hombres no ven la situación del mundo: que cada día Dios es olvidado, ultrajado y despreciado. Hija mía, cuántas veces grito a los hombres, desde la soledad del sagrario, que tengo sed y hambre de almas. Tengo frío, hijos míos, porque los hombres no me dan calor, su corazón parece un bloque de hielo. El hombre está más interesado en el mundo, y en las cosas que hay en el mundo, que en Dios. Hago un llamamiento, hijos míos, a las almas: visitadme en el sagrario, hijos míos, recibid la Eucaristía. ¡Cuántas noches grito desde mi soledad: “¿Qué hacen las almas con la Divina Majestad de Dios?”! Quiero que los hombres se reúnan a orar y a pedir por los pecadores. También hago un llamamiento a los señores obispos, para que reúnan a los señores sacerdotes y les enseñen a trabajar por su ministerio y que se dediquen sólo a las almas, que hay mucha mies y pocos operarios, que dejen de ser funcionarios y que expliquen a las almas la verdad del Evangelio; y que los señores sacerdotes hagan caso de los señores obispos; que enseñen quién es el Creador y quién es la criatura, porque los hombres se están convirtiendo en creadores y han dejado al Creador. No puede ser un creador el hombre, cuando ha sido creado. El Creador es el Increado. Enseñad a los hombres, hijos míos, las verdades, para que los hombres cambien sus vidas. Se avecinan tiempos graves, hijos míos; con la oración, con el sacrificio ¡se puede evitar, hijos míos, tantas catástrofes!... Sed humildes y comprended la palabra de Dios. No hagáis como cuando el Diluvio, hijos míos, cuando Sodoma y Gomorra; siempre que Dios ha avisado, hijos míos, vuestra soberbia no os ha dejado ver las verdades, que Dios ha dicho, hijos míos. Dios no es catastrófico, es la verdad del Evangelio. Explicadles a los hombres todas las verdades. Queridos, hijos míos, sacerdotes: haced caso de mis queridos obispos, y predicad por todo el mundo, para que los hombres vuelvan la mirada a Dios. ¿No veis que cada día Dios está más olvidado? No os hagáis los sordos, hijos míos, escuchad mi palabra, dad ejemplo, hijos míos, de vuestra vida. Y vosotros, laicos, amad a la Iglesia, amad al Santo Padre, hijos míos, pedid por él. Reuníos todos a orar, hijos míos, el mundo está necesitado de oración. Si los hombres oraran, las almas se convertirían. Orad. Orad, hijos míos. Rezad el santo Rosario, hijos míos; si podéis, rezadlo en familia, que los hogares están destruidos. Las familias se separan unos de otros y crecen sin conocerse unos a otros. ¡Qué pena de familias, hijos míos! ¿No os da pena de no respetar la Ley de Dios, hijos míos? Vivid en el santo temor de Dios, seguid el Evangelio, amaos unos a otros. Hay que enseñar al hombre para lo que fue creado. En primer lugar, sacerdotes queridos, enseñadles a los hombres que han sido creados para amar y glorificar a Dios, no para idolatrar a los hombres ni para idolatrarse ellos mismos, mientras Dios es despreciado y olvidado. ¿No os da pena de las ofensas tan graves que cometéis contra Dios, hijos míos? Frenad vuestros sentidos, hijos míos. El mundo está lleno de inmoralidad, y cuando el hombre cae en lujuria se queda ciego. Ya la desobediencia es la primera, hija mía. Cuando el hombre desobedece a la Ley de Dios se queda sordo y ciego; y el pecado de la lujuria es el que está reinando entre la Humanidad. No le dan importancia, hija mía; los pecados los ven virtudes y las virtudes pecados. ¿Por qué escondéis el Evangelio y no lo explicáis tal como es, hijos míos, para que los hombres sepan las verdades? Orad. Haced mucha oración. Confesad vuestras culpas, hijos míos. Haced visitas al Santísimo, acompañadme alguna noche, hijos míos. Los hombres se han olvidado de mi soledad. ¡Qué frialdad encuentro en muchos sagrarios, hija mía! En muchos sagrarios estoy olvidado. Visitadme, hijos míos. Amaos unos a otros con un amor limpio y puro, hijos míos. Sed humildes y comprended la verdad, hijos míos. ¿No os da miedo de frenar a Dios, hijos míos? Tú, hija mía, sigue reparando
por estas almas, para ver si llegan a mí. ¡Qué duras
son las almas! Cuánto les cuesta, hija mía; con lo fácil
que es amar, pero confunden el amor con la pasión. No saben lo que
es el verdadero amor, venido de Dios. El hombre ama con pasión y
por egoísmo. Así está el mundo, hijos míos.
Sacrificio pido y penitencia. Os enseño a amar a la Iglesia, hijos
míos. Todos los que acudís a este lugar: confesad vuestros
pecados, hijos míos; amad mucho a la Iglesia, a los sacerdotes,
al Santo Padre, y orad, para no caer en tentación.
LA VIRGEN: Sí, hija mía, es necesario sacrificarse y orar por las almas, aunque las almas sean ingratas, hija mía, no te canses de orar por ellos. Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos para el día de las tinieblas... Yo os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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7 avril 2001
La Très Sainte Vierge :
Les hommes se moquent de mes paroles et de mes messages, mais malheur à ceux qui en font une occasion de moquerie, au lieu de se repentir et de tourner leur regard vers Dieu ! Mon Nom, ils le foulent aux pieds, et ils se moquent de mes paroles. pourquoi la Vierge Marie apparait
?
Et vous, guides des peuples, comment pouvez-vous vous moquer de mon Nom et du Nom de Dieu ? Au lieu de vous humilier et de courber l'échine, (cela) vous sert à vous enorgueillir davantage. Qui êtes-vous, pour imposer une limite à Dieu ? Notre Seigneur : Demande aux prêtres et aux
évêques de ne pas se moquer des apparitions
Implorez de Dieu le pardon pour les âmes et la lumière pour qu'elles voient ; (priez) aussi pour vous-mêmes, afin de recevoir la lumière pour discerner les dons de l'Esprit Saint. Mes enfants, combien êtes-vous à vous réunir pour détruire, et non pour construire. Ne perdez pas de temps, mes enfants. Soyez un bon engrais pour la terre, afin que des fleurs poussent dans vos coeurs. Ne soyez pas des chardons qui étouffez la semence pour votre orgueil et votre infidélité. Et vous dites encore, mes enfants ; tant de messages ! Vous êtes aveugles. Changez
vos vies, mes enfants. Et à ceux que vous voyez suivre le chemin
droit et sûr, vous leur faites des crocs-en-jambe, car vous n'entrez
pas vous-mêmes dans le Ciel et vous ne voulez pas que les autres
y entrent. Combien de fois vous ai-je dit, mes enfants, que celui qui est
avec moi ne va pas contre moi. C'est vous qui vous opposez à moi,
car vous ne faites pas et vous ne laissez pas faire. Laissez les saints
prêtres accomplir leur mission et prêcher l'Évangile
tel qu'il est écrit, et ne leur rendez pas la vie impossible. Convertissez-vous,
et repentez-vous. Ah, mon peuple, qui ressemblez au peuple d'Israël
! Ah, guides du peuple, qui ne dirigez pas les âmes sur le chemin
du salut !
Venez, mes enfants, réfugiez-vous
dans mon Coeur ; aussi graves que soient vos péchés, plus
grande est ma miséricorde. Mais courbez la tête et ne soyez
pas orgueilleux, mes enfants. Je me manifeste aux humbles, aux incultes,
pour confondre les lettres et les puissants. Pourquoi ne laissez-vous pas
Dieu oeuvrer ?
Appel aux laïcs, aux prêtres,
aux religieux
Des foyers, je fais une famille... (Luz Aparo, devant la vision qu'elle a à ce moment, pousse une exclamation et reprend) ; je fais des familles saintes de tous ceux qui veulent accepter ma Divine Volonté. Je lance un appel à tous les hommes, aimez l'Église, mes enfants, confessez vos fautes. Satan est en train de régner dans l'humanité. Ne voyez-vous pas, mes enfants, que sans la prière il n'est pas possible de vivre ? L'âme a besoin de s'alimenter et d'entrer en communication avec Dieu, or les hommes se sont relâchés. Confessez vos fautes, mes enfants, et approchez-vous du Très Saint Sacrement de l'Autel. Faites des visites à Jésus qui est triste et seul ; (faites) des oeuvres d'amour et de miséricorde unies à la prière et au sacrifice. Soyez humbles, mes enfants, et respectez ma Parole. Ne vous en moquez pas, mes enfants, car Dieu fera justice sur vous tous. Demande aux prêtres de porter
leur habit sacré
La Très Sainte Vierge : Mes messages seront très courts
; en effet, je vous l'ai déjà dit, tout ce que j'ai annoncé
s'accomplira ; comme vous le savez, beaucoup de ces annonces se sont accomplies,
et d'autres restent à accomplir.
MENSAJE DEL DÍA 7 DE ABRIL DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Aquí estoy, hija mía, como
Madre Dolorosa, como Madre de los pecadores. Los hombres se mofan de mis
palabras y de mis mensajes; pero, ¡ay de aquéllos que les
sirve de mofa, en vez de arrepentirse y mirar a Dios! Mi nombre lo pisotean,
y de mis palabras se mofan. Una vez más me manifiesto, no para decir
nada nuevo a los hombres, sino para abrir los oídos de los sordos
y los ojos de los ciegos; que no quieren escuchar la doctrina y les sirve
de risa y mofa. Y dicen que para qué tantos mensajes, hijos míos.
¿No veis, siervos inútiles, que el mundo está en manos
de Satanás, y os hacéis los sordos y los ciegos, y una Madre
viene a recordar a sus hijos el peligro que hay en el mundo? ¿Cuántas
veces os he dicho, hijos míos: mis mensajes se van a acabar? Pero
los hombres no cambian, y cuántas veces una madre avisa a sus hijos:
“Hijos míos, no os aviso más”, y viendo que el hijo está
metido en la perdición, la madre sigue avisando el peligro que acecha
al hijo. Pues eso hago yo, como Madre de los pecadores: avisarles que vuelvan
su mirada a Dios, porque el mundo no se puede arreglar sin Dios. Y vosotros,
guías de los pueblos, ¿cómo os podéis mofar
de mi nombre y del nombre de Dios? En vez de humillaros y bajar la cerviz,
os sirve para ensoberbeceros más. ¿Quién sois vosotros
para limitar a Dios?
EL SEÑOR: Sí, hijos míos, el Hijo de Dios vivo os habla y os dice, hijos míos, que no os moféis de las palabras del Cielo. Os di poder para perdonar los pecados, os ungí de mis gracias, y vuestra misión es aplicar la caridad con los hombres, con ternura a los pecadores, como un padre aconseja a sus hijos. Pero, ¿qué clase de guías sois de los pueblos, si os mofáis, hijos míos, de mi Nombre y os sirve de risión entre vuestras amistades? ¿Hasta cuándo, hijo mío (1), tengo que estar avisando? Implorad a Dios perdón por las almas y luz para que vean; y para vosotros también, recibid la luz para discernir los dones del Espíritu Santo. Hijos míos, cuántos de vosotros os reunís para destruir, no para construir. No perdáis el tiempo, hijos míos. Sed un buen abono para la tierra, para que salgan flores de vuestros corazones. No seáis abrojos que ahoguéis la semilla por vuestra soberbia y vuestra infidelidad. Y todavía decís, hijos míos, que ¡tanto mensaje! Estáis ciegos. Cambiad vuestras vidas, hijos míos. Y aquéllos que veis que llevan el camino recto y seguro, les ponéis zancadillas, porque ni entráis ni queréis que entren en el Cielo. Cuántas veces os he dicho que el que está conmigo no va contra mí, hijos míos. Vosotros vais contra mí; que ni hacéis ni dejáis hacer. Dejad a los sacerdotes santos que cumplan su misión y que prediquen el Evangelio como está escrito, y no les hagáis la vida imposible. Convertíos y arrepentíos. ¡Ay, pueblo, que parece el pueblo de Israel! ¡Ay, guías del pueblo, que no encamináis a las almas al camino de la salvación! ¿No sabéis, hijos míos, que todo el que va contra Dios recibe su merecido? Estudiad el Corazón de Dios, y encontraréis en él dolor de vuestras infidelidades y de vuestro mal ejemplo. No seáis funcionarios; sed pastores de almas, hijos míos. Abrid las iglesias para que las almas puedan visitar al “Prisionero”. Dedicaos a las almas, veréis qué paz tendréis en vuestro interior. ¡Ay, hijos míos, ¿hasta cuándo os tiene que estar Dios avisando?! Y decís que cómo Dios va a manifestarse a los hombres. ¿Acaso no hacéis motivos para que Dios dé avisos? La infidelidad a Dios es grave, hijos míos. Venid, hijos míos, y refugiaos en mi Corazón; que por muy graves que sean vuestros pecados, mayor es mi misericordia, pero bajad la cerviz y no seáis soberbios, hijos míos. Yo me manifiesto a los humildes, a los incultos, para confundiros a los letrados y a los poderosos. ¿Por qué no dejáis a Dios que obre? Sed humildes, hijos míos. Atraed a las almas, no las persigáis y les clavéis el aguijón. Constantemente estáis clavando el aguijón. Tened cuidado, hijos míos, que puede volverse contra vosotros el aguijón. Sólo quiero que cambiéis. Hago un llamamiento a los seglares, a los sacerdotes, a los religiosos; que reaviven la fe y que no se dejen arrastrar por las pasiones, ni la astucia del enemigo. Predicad el Evangelio tal como está escrito; no lo dejéis en metáforas. El Evangelio es siempre el mismo. Y ¡ay del que ponga o quite algo de él, cuando se presente ante la Divina Majestad de Dios! ¿¡No tenéis temor de Dios, hijos míos!? Para temer a una cosa hay que saber, hijos míos, que eso existe; y muchos de vosotros ni creéis en la divina majestad de Dios. A los hogares hago una familia (2)... —¡Ah! (Interrupción de Luz Amparo)—... Hago familias santas a todos aquéllos que quieren aceptar mi divina voluntad. Hago un llamamiento a todos los hombres: amad a la Iglesia, hijos míos, confesad vuestras culpas. Satanás está reinando en la Humanidad. ¿No veis, hijos míos, que sin oración no se puede vivir, hijos míos? El alma necesita alimentarse y comunicarse con Dios, y los hombres se han abandonado. Confesad vuestras culpas y acercaos al Santísimo Sacramento del Altar, hijos míos. Haced visitas a Jesús, que está triste y solo; obras de amor y misericordia unidas a la oración y al sacrificio. Sed humildes, hijos míos, y respetad mi palabra. No hagáis mofa de ella, que Dios hará justicia sobre todos vosotros, hijos míos. Y vosotros, sacerdotes santos, caminad
por el camino recto del Evangelio, y nada os acobarde, ni nadie. Llevad
el distintivo de sacerdote, hijos míos; pues los sacerdotes hoy
no se les conoce, porque no llevan ni un distintivo. ¡Qué
pena de vestidura que arrinconan!, una vestidura sagrada la tienen arrinconada;
no os avergoncéis de ella: es un freno para vuestras vidas, hijos
míos.
LA VIRGEN: Mis mensajes serán muy cortos, porque ya os he dicho que todo lo que he dicho se cumplirá; y como sabéis, muchas cosas se han cumplido, y otras faltan que cumplir. Pero recordaré la penitencia y la oración, porque los hombres os olvidáis de las obligaciones de cristianos, hijos míos. ¡Y dicen que por qué me manifiesto! Si Dios es olvidado y los hombres hoy no se acuerdan de los sacramentos, viven como animales, juntos, sin necesitar sacramentos. ¿Y decís que está bien el mundo, hijos míos?... Por eso vengo a abriros los ojos y los oídos. Ya hace muchos años que os vine avisando y habéis seguido sordos y ciegos: humildad, oración y sacrificio; amad a la Iglesia. Respetad a los obispos: sacerdotes y seglares; acercaos a la Eucaristía y al sacramento de la Penitencia; ayudad a los sacerdotes y orad por ellos; sed humildes para reconocer vuestras culpas. Todo el que acuda a este lugar será bendecido y marcado con una cruz en la frente. Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos para los pobres pecadores... Os bendigo, hijos míos, como el
Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
(1) En la grabación se escucha “hijo mío”, en singular, como dirigiéndose a alguna persona concreta. (2) Frase inacabada y con falta de sentido; rectifica y completa a continuación.
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5 Mai 2001
La Très Sainte Vierge : Ma fille, me voici comme Mère douloureuse, comme Mère des pécheurs, comme Mère des affligés. Notre Seigneur : Je vais seulement donner un avertissement aux âmes ; et à toi, ma fille, je te demande de te laisser guider par mes mains ; moi, je te conduirai pour ma gloire et pour le bien des âmes. Jésus éprouve la foi
de ceux qui l'aiment
Luz Amparo : Seigneur, ce sont des épreuves si dures... (elle sanglote). Ah, Seigneur ! Ah, ne permets pas cela, Seigneur ! Parfois, Seigneur... Notre Seigneur : Toi, dis "oui" à tout ce que je voudrai, ma fille ; et "non" à ce que je ne voudrai pas, même si ce n'est pas clair pour toi, ma fille. Je permets aux hommes... (Luz Amparo explique : d'attenter contre les personnes et les instruments de Dieu). Luz Amparo : Ah, Ah, Ah, mon Dieu !...Ah, mon Dieu : fais ce que tu voudras, Seigneur ! Ah... Fais tout ce que tu voudras, cela et davantage ! Je suis dans tes mains... Notre Seigneur : C'est pourquoi je te le demande, ma fille ; laisse-toi diriger par moi ; ce que je fais, c'est pour ma gloire et pour le bien des âmes ; et j'éprouve la foi au plus profond des coeurs. Parfois je l'éprouve pour qu'elles voient l'obscurité là où est la lumière. Combien de fois, ma fille, es-tu restée dans les ténèbres, et c'est moi qui l'ai permis. Luz Amparo : Seigneur, fais de moi ce que tu voudras, mais surtout, donne-moi des forces pour savoir dire "oui" à toutes les choses, que je ne me défende en rien. Notre Seigneur : Ma fille, je veux
des âmes victimes, des âmes dociles, des âmes désintéressées.
Et c'est pourquoi j'éprouve parfois les âmes avec ces épreuves
si terribles. Ce n'est que dans la sainteté qu'elles peuvent comprendre
le mystère de Dieu.
Luz Amparo : Seigneur, fais de moi ce que tu voudras, mais parfois, c'est si dur ! Ah, pardonne-moi, Seigneur, pour toutes mes faiblesses et mes misères ! Je veux faire ce que tu voudras, même si je ne le saisis pas, même si je ne le comprends pas... Notre Seigneur : C'est ce que je
veux enseigner aux âmes, ma fille : à saisir sans comprendre.
Je demande la prière, ma fille. Je demande aussi un peu de consolation
pour nos Coeurs affligés par les péchés des hommes.
Priez, mes enfants, priez beaucoup. Priez et ne défaillez jamais
dans la foi, quoi qu'il arrive, mes enfants. Moi je permets parfois au
diable de vous tenter, pour voir si les hommes sont fortifiés dans
la foi.
Luz Amparo (qui a une vision du Pape) : Oh, quelle capacité de sacrifice !... Jean-Paul II donné en modèle
Priez, car le monde est dans cette
situation par manque de prière. Aimez-vous les uns les autres ;
approchez-vous du sacrement de la Pénitence et de l'Eucharistie
; fortifiez-vous, mes enfants, et ne doutez jamais de l'Oeuvre que Dieu
a placée dans vos mains. Soyez tous unis, mes enfants.
Luz Amparo : Ah, Seigneur, c'est très dur ! Ah, pourquoi me gardes-tu encore ici-bas, Seigneur, alors que moi ici je ne fais plus rien ? Emporte-moi avec toi, Seigneur ! Emporte-moi avec toi, Seigneur ! (elle sanglote). Ah, Seigneur, parfois je n'ai pas de forces, Seigneur, et je dois, en silence, garder tant de choses, Seigneur... Notre Seigneur : Tu as notre force, ma fille, sinon tu n'aurais pas pu survivre. Depuis ta plus tendre enfance, ma fille, tu as eu notre protection. Offre-toi en victime de réparation. Jamais, ma fille, nous n'avons cessé d'être à tes côtés. Tu sais que dans tes misères et tes douleurs tu as toujours trouvé une main amie pour t'aider, ma fille. Luz Amparo : Pardonne-moi, Seigneur, je suis si ingrate, que parfois je me plains de tout, Seigneur. Pardonne-moi et aide-moi. Notre Seigneur : Même si l'on te lance des piques, ma fille, même si l'on te persécute, et même si tu entends des horreurs, ne fais jamais un pas en arrière. Sois forte, et moi je serai toujours avec toi, même dans l'obscurité. Luz Amparo : Merci, Seigneur. Notre Seigneur : Tous ceux qui viendront en ce lieu seront bénis et marqués d'une croix sur le front. Le Rosaire
La Très Sainte Vierge : Levez
tous les objets, ils seront tous bénis avec des bénédictions
spéciales pour les pauvres pécheurs.
Je vous bénis, mes enfants,
comme le Père vous bénit, par l'intermédiaire du Fils
et avec l'Esprit Saint.
MENSAJE DEL DÍA 5 DE MAYO DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, aquí estoy como Madre
Dolorosa, como Madre de los pecadores, como Madre de los afligidos.
EL SEÑOR: Sólo voy a dar un aviso a las almas;
y a ti, hija mía, te voy a pedir: déjate manejar por mis
manos, que yo te manejaré para mi gloria y para el bien de las almas.
No te angusties, hija mía; a veces son pruebas dolorosas para probar
la fe de los hombres. Tú no te angusties, hija mía, por nada;
yo permito todo. ¿Cómo le permití a Abraham que fuese
al monte a sacrificar a su hijo?: para probar su fe. Así, hija mía,
quiero probar la fe de los que más te aman.
LUZ AMPARO: Señor, son pruebas tan duras... ¡Ay,
Señor! ¡Ay, no permitas eso, Señor! A veces, Señor...
EL SEÑOR: Tú di sí a todo lo que yo quiera,
hija mía; y no a lo que yo no quiera, aunque no lo veas claro, hija
mía. Yo permito a los hombres... (Luz Amparo ve en este momento,
según explicación posterior de ella, que Dios permite atentar
contra personas e instrumentos divinos, sin especificar más).
LUZ AMPARO: ¡Ay, ay, ay, Dios mío! ¡Ay,
Dios mío; haz lo que quieras, Señor! ¡Ay..., todo lo
que quieras, eso y más! Yo estoy en tus manos...
EL SEÑOR: Por eso te pido, hija mía: déjate
manejar por mí, que yo lo hago para mi gloria y para bien de las
almas; y pruebo la fe en lo más profundo de los corazones y, a veces,
la pruebo para que vean la oscuridad donde está la luz. ¡Cuántas
veces, hija mía, te has quedado en tinieblas, y yo lo he permitido!
LUZ AMPARO: Señor, haz de mí lo que quieras,
pero, sobre todo, dame fuerzas para saber decir sí a todas las cosas,
que no me defienda en nada.
EL SEÑOR: Hija mía, yo quiero almas víctimas,
almas dóciles, almas desinteresadas, y por eso, a veces, pruebo
a las almas con estas pruebas tan terribles. Sólo desde la santidad
pueden comprender el misterio de Dios. Tú obedece en todo, hija
mía.
LUZ AMPARO: Señor, haz de mí lo que quieras,
pero a veces, ¡es tan duro! ¡Ay, perdóname, Señor,
por todas mis flaquezas y mis miserias! Quiero hacer lo que Tú quieras,
aunque no lo comprenda ni lo entienda, Señor.
EL SEÑOR: Eso es lo que quiero enseñar a las almas, hija mía: a comprender sin entender. Oración pido, hija mía. También pido un poco consuelo para nuestros Corazones afligidos por los pecados de los hombres. Orad, hijos míos, mucho. Orad, y nunca desfallezcáis en la fe, pase lo que pase, hijos míos. Yo, a veces, permito la tentación al diablo, para ver si los hombres están fortalecidos en la fe. No dudéis, hijos míos, no dudéis
de mi palabra y de mis acciones. Oración pido, y pido a los sacerdotes,
obispos y cardenales que estén en constante unión con el
Santo Padre, ese varón lleno de santidad, sacrificado. Imitadle,
hijos míos.
LUZ AMPARO: ¡Ay, qué capacidad de sacrificio!...
EL SEÑOR: Toda su vida, hija mía, la ha dejado, mira, para la unidad de los cristianos y para el bien de la Iglesia. Es un varón incansable, lleno de la sabiduría del Espíritu Santo, hija mía. Y que no se asuste nadie si digo que es el varón más santo que pisa sobre la Tierra. Amadle mucho, obedecedle, señores sacerdotes, obispos y cardenales; imitadle. Su vida la ha ido dejando en todos los lugares que ha ido yendo, para bien de las almas y para beneficio de la Iglesia. Hago un llamamiento para que os unáis a él, hijos míos, y oréis mucho, para que los hombres de buena voluntad se reúnan en los rebaños que han dejado. Hijos míos, pastoread a las almas; es el último aviso que os doy, hijos míos: amad mucho al Santo Padre, amad a la Iglesia, hijos míos; predicad el Evangelio y conquistad a las almas para Dios. Orad, que el mundo está en esta situación por falta de oración. Amaos los unos a los otros; acercaos al sacramento de la Penitencia y de la Eucaristía; fortaleceos, hijos míos, y nunca dudéis de la obra que Dios ha puesto en vuestras manos, hijos míos; estad todos unidos, hijos míos. Y tú, hija mía, oración
pido; ofrécete víctima de reparación por los pecados
de los hombres; tiene mucho valor, hija mía, porque el dolor es
más fuerte de los más allegados, de los que más amas,
hija mía.
LUZ AMPARO: ¡Ay, Señor, es muy duro esto,
Señor! ¡Ay, ¿por qué me tienes aquí ya,
Señor, si yo aquí ya no hago nada?! ¡Llévame
contigo, Señor! ¡Llévame contigo, Señor! ¡Ay,
ay, yo no tengo fuerzas, a veces, Señor! Y tengo que, en silencio,
guardar tantas cosas, Señor...
EL SEÑOR: Tienes nuestra fortaleza, hija mía,
si no, no hubieras podido sobrevivir. Desde muy niña has tenido
nuestra protección, hija mía. Ofrécete víctima
de reparación. Nunca, hija mía, hemos desaparecido de tu
lado. Sabes que en tus miserias y en tus dolores siempre has encontrado
una mano amiga que te ayudara, hija mía.
LUZ AMPARO: Perdóname, Señor. Soy tan ingrata
que, a veces, me quejo de todo, Señor. Perdóname y ayúdame.
EL SEÑOR: Aunque te aguijoneen, hija mía, aunque
te persigan, y aunque oigas barbaridades, hija mía, nunca des un
paso atrás. Sé fuerte, que yo siempre estaré contigo,
aun en la oscuridad.
LUZ AMPARO: Gracias, Señor.
EL SEÑOR: También quiero, hija mía, que
recibas un gozo: apunta diez nombres en el Libro de la Vida; te los doy
a escoger, hija mía... Estos nombres, hija mía, no se borrarán
jamás. ¿Ves cómo tiene valor el sacrificio y el sufrimiento,
hija mía? Y, a veces, el silencio.
LUZ AMPARO: Gracias, Señor.
EL SEÑOR: Todo el que acuda a este lugar, será bendecido y marcado con una cruz en la frente. Rezad el santo Rosario, hijos míos;
no olvidéis esa plegaria tan favorita de María, y que tanto
bien hace a las almas. Con el santo Rosario se puede evitar grandes catástrofes,
hija mía. El Rosario tiene mucho valor, y los hombres lo han olvidado.
Rezad el Rosario en familia, hijos míos. Padres, enseñad
a vuestros hijos la oración del santo Rosario, que es unidad. No
os abandonéis y no abandonéis a vuestros hijos en la oración.
LA VIRGEN: Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para los pobres pecadores... Reza, hija mía, por esas almas infieles; por esas almas ingratas, que las deslumbra el mundo y abandonan a Dios por cualquiera placer y cualquier gusto, hija mía. Haz oración por ellos. Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo. Esta bendición sirve para la conversión de los pobres pecadores. Los objetos bendecidos sobre las almas: se convertirán[1]. [1] Frase de difícil comprensión; quiere decir: “Estos
objetos bendecidos, en contacto con las personas, ayudarán a convertir
sus almas”.
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6 juin 2001
Luz Amparo : Oh, comme tu es belle ! Une robe tissée d'Ave Maria
la prière sans l'action n'est
rien
La prière sans les oeuvres ne sert pas. Si une âme prie, mais a de la haine, la prière ne peut pas lui servir. La prière conduit à aimer, à s'entraider les uns les autres, à se comprendre ; mais celui qui se frappe beaucoup la poitrine, voit ensuite son frère abandonné et triste et lui dit : "Que Dieu te protège !", à quoi lui sert la prière, si son coeur est paralysé ? Faire le bien dans le secret
Consignes à Amparo
je suis un père plein de tendresse
Venez en ce lieu, mes enfants, et priez avec dévotion. Apprenez à aimer l'Église. Approchez-vous de l'Eucharistie, mais auparavant allez recevoir le sacrement de la Pénitence ; celui qui mange mon Pain et boit mon Sang aura la vie éternelle. Aimez-vous les uns les autres, mes enfants. Soyez patients les uns avec les autres ; tel est le commandement le plus important, mes enfants : que vous vous aimiez les uns les autres. Parents, éduquez vos enfants, apprenez-leur que l'homme ne vit pas seulement de pain, qu'ils doivent se nourrir de la Parole de Dieu. S'ils aiment Dieu, mes enfants, ils vous respecteront et vous aimeront vous-mêmes. Priez le Rosaire en famille ; ne vous couchez pas une seule nuit sans réciter cette prière si belle ; "Je vous salue, Marie, pleine de grâce, le Seigneur est avec vous, vous êtes bénie entre toutes les femmes, et Jésus, le fruit de vos entrailles, est béni". Il y a là la Mère et le Fils, les deux ont participé à la Rédemption. Et celui qui aime Marie aime Jésus. Marie et Jésus ne sont qu'un seul Coeur. C'est pourquoi je veux qu'on la connaisse comme Mère de tous les pécheurs. Ma Mère a le coeur tendre, aussi tendre qu'un tout petit enfant. Et elle vous aime tant que je lui ai donné le pouvoir d'écraser la tête du dragon, d'être à la porte du Ciel et d'être le refuge des pécheurs. La Très Sainte Vierge : Toi, ma fille, protège-toi sous ce manteau ; il sera ton réconfort et ta force. Je protégerai tous les tiens, et surtout, ma fille, pour qu'ils entrent au Ciel. Cela ne veut pas dire que tu cesseras de souffrir, ma fille : depuis que tu est née, ta mission est de souffrir, mais ma protection, personne ne te l'enlèvera, ma fille. Les hommes changent, mais moi je ne change pas. Je t'ai choisie comme instrument de mon Oeuvre, pour que tu fasses ce travail, et je t'ai polie peu à peu, ma fille, dans les douleurs et les souffrances, les calomnies, les découragements. Mais cela c'est le Ciel, ma fille. Luz Amparo : Je te prie, ma Mère, pour tous mes enfants, pour tous les pécheurs du monde ; j'aime tous ceux qui me haïssent, et je ferai des sacrifices pour tous ceux qui me calomnient. Aux mères
Prie pour l'Église, ma fille,
l'Église est à Getsémani, et le monde empire de jour
en jour, bien que les hommes ne veuillent pas voir la situation du monde.
Luz Amparo : Oh, quelle félicité ! Notre Seigneur : Tu as éprouvé la félicité. Bois (maintenant) quelques gouttes de la coupe de la douleur (Luz Amparo prend à deux mains une coupe invisible et boit ; on entend nettement le bruit de la déglutition, puis elle a des nausées et tousse). C'est amer, ma fille, mais c'est le chemin de la réparation. écrire dix noms dans le Livre
de la Vie
Luz Amparo : Merci, Seigneur. La miséricorde du Seigneur
Luz Amparo : Oh, combien, Seigneur !... Merci, merci, Seigneur ! Oh, combien d'âmes ! Oh, combien ! Quelle grandeur, mon Dieu ! Merci, Seigneur, merci ! Notre Seigneur : Tous sont bienheureux.
C'est cette récompense qui doit t'encourager, ma fille. En avant
! Prière et amour, ma fille !
La Très Sainte Vierge : Levez
tous les objets, ils seront tous bénis avec des bénédictions
spéciales pour les pauvres pécheurs.
MENSAJE DEL DÍA 6 DE JUNIO DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES,
LUZ AMPARO:
LA VIRGEN:
EL SEÑOR:
Tú, hija mía, quiero que obres con sencillez, con naturalidad. Cuánto me gusta que te acerques a nuestros Corazones. Tú, hija mía, di las cosas, grítalas, para que las almas no estén engañadas. Me gustan las almas sencillas, las almas naturales. Grita lo que yo te digo; te buscarás enemistades, pero no perderás mi amistad, hija mía. Sé sencilla. Aprende a ser humilde. Bienaventurados los que se humillan, porque ellos serán ensalzados. Ama a los que te persigan, hija mía. Ora mucho y quiere mucho a los que te odian. Yo, por decir la verdad, hija mía, fui a la Cruz; mi verdad fue mi crucifixión. Por eso tuve tantos enemigos: por decir la verdad. Pero yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; y el que hace lo que yo le enseño y camina por donde yo camino, no será abandonado de mi gracia. Orad, hijos míos, por los pobres pecadores. Qué tristeza siente mi Corazón cuando los pecadores se alejan y me rechazan, pero qué alegría cuando vuelven arrepentidos a mi regazo. Grita que yo soy un padre tierno, que espera a sus hijos, para abrazarlos y perdonar todas sus miserias. Sí, hija mía, aunque sus pecados sean gordos, mi amor es grande para todo aquél que se arrepienta. Acudid a este lugar, hijos míos, y orad
con devoción. Aprended a amar a la Iglesia. Acercaos a la Eucaristía,
pero antes pasad por el sacramento de la Penitencia. El que come mi Pan
y bebe mi Sangre tendrá vida eterna. Amaos los unos a los otros,
hijos míos. Sed pacientes unos con otros; ése es el mandamiento
más importante, hijos míos: el que os améis unos a
otros. Padres, educad a vuestros hijos, enseñadles que no sólo
de pan vive el hombre, que tienen que alimentarse de la palabra de Dios.
Si aman a Dios, hijos míos, os respetarán y os amarán
a vosotros. Rezad el Rosario en familia, no os acostéis ni una sola
noche sin rezar esta plegaria tan hermosa: Dios te salve, María,
llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Ahí está la Madre
y el Hijo, los dos participaron en la Redención. Y el que ama a
María, ama a Jesús. María y Jesús son un Corazón.
Por eso quiero que se la conozca como Madre de todos los pecadores. Mi
Madre tiene el Corazón tierno, tan tierno como un niño “chiquitito”,
y os ama tanto que le he dado poder para aplastar la cabeza del Dragón,
para estar en la puerta del Cielo y como refugio de los pecadores.
LA VIRGEN: Tú, hija mía, protégete
bajo este manto, será tu alivio y tu fortaleza. Protegeré
a todos los tuyos y, sobre todo, hija mía, para que entren en el
Cielo. Esto no quiere decir que dejes de sufrir, hija mía; tu misión
es sufrir desde que naciste, pero mi protección nadie te la quitará,
hija mía. Los hombres cambian pero yo no cambio. Yo te escogí
como instrumento de mi Obra para que hagas este trabajo, y te he ido puliendo,
hija mía, en dolores y sufrimientos, calumnias, desalientos, pero
ése es el Cielo, hija mía. [2]
LUZ AMPARO: Yo te pido, Madre mía, por todos mis hijos, por todos los pecadores del mundo, y amo a todos los que me odian y haré sacrificio por todos los que me calumnian. EL SEÑOR: Madres, luchad por vuestros hijos, pedid por ellos. Las madres que sean leales se salvarán por los hijos. Te dije, hija mía, en una ocasión, que la madre asciende o desciende como el hijo. Procurad, madres, hacer oración por ellos y darles buenos ejemplos. Pero tampoco os dejéis, aquellas madres, arrastrar por vuestros hijos; pedid por ellos. Ora por la Iglesia, hija mía, la Iglesia
está en Getsemaní, y el mundo está cada vez peor,
aunque los hombres no quieren ver la situación del mundo. Ama mucho,
hija mía, por eso tu corazón se dilata, por el amor que tienes,
hija mía; has sido como una gallina que protege a sus polluelos.
Tu vida la has basado en tus polluelos, hija mía, y aunque hayas
recibido sinsabores, también has recibido alegrías, hija
mía. Yo pongo a prueba las almas, para ver hasta dónde son
capaces de no dejarse engañar y de no dudar nunca de la palabra
de Dios. Pero el demonio es muy astuto, no duerme, hija mía, y está
siempre maquinando a ver cómo puede hacer ver lo que no es, hija
mía. A veces son pruebas dolorosas, pero el alma víctima
tiene que pasar por todas esas pruebas, hija mía. Ora y nunca te
abandones, hija mía, te pase lo que te pase; no te desanimes, sigue
adelante. El tiempo aquí no va a ser largo, hija mía, y allí
es la eternidad. No cambies esto por aquello.
LUZ AMPARO: ¡Ay, qué felicidad!...
EL SEÑOR: Has sentido la felicidad. Bebe unas gotas del
cáliz del dolor... Está amargo, hija mía, pero éste
es el camino de la reparación. Ahora vas a escribir en el Libro
de la Vida diez nombres; escógelos tú... No se borrarán
jamás estos nombres, hija mía, están escritos en el
Libro de la Vida, en recompensa a tu dolor, a tu sufrimiento, a las calumnias,
a las persecuciones. ¡Ves cómo recompenso, hija mía!
LUZ AMPARO: Gracias, Señor.
EL SEÑOR: ¡Cuántos miles de almas se han
salvado, hija mía! ¡Cuántos frutos! ¡Qué
alegría sienten nuestros Corazones por todas estas almas que han
llegado a lugares como éste, hija mía, porque han aprendido
a orar y amar a la Iglesia!
LUZ AMPARO: ¡Ay, cuántas, Señor! ¡Gracias!
¡Gracias, Señor! ¡Oy, cuántas almas! ¡Ay,
cuántas! ¡Qué grandeza, Dios mío! Gracias, Señor,
gracias.
EL SEÑOR: Todos son bienaventurados. Esta recompensa es la que te tiene que animar, hija mía. ¡Adelante! Oración y amor, hija mía. Seguid luchando. Y también derramaré
muchas gracias sobre todo el que colabore en esta misión.
LA VIRGEN: Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para los pobres pecadores... Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo. Gracias, hijos míos, por todas vuestras oraciones. [1] Construcción gramatical extraña; el sentido parece ser: “Todas las avemarías están recogidas, para colocarlas los ángeles —cada uno de ellos— en el lugar que les corresponde en la eternidad, conforme a sus frutos”. [2] No identifica las tribulaciones con el Cielo, al que no pertenecen, sino que las pone como medio para alcanzarlo. Según esto, la frase podría quedar así: «Te he ido puliendo, hija mía, en dolores y sufrimientos, calumnias, desalientos, pero ése es el camino del Cielo» |
7 juillet 2001
La Très Sainte Vierge : prière, sacrifice et pénitence
Je le répète une fois encore, les hommes sans Dieu ne sont pas humains, parce que l'homme a une âme dans son corps, et l'âme appartient à Dieu, mais les hommes ne se préoccupent pas de leur âme. C'est pourquoi je vous demande, priez. Et pourquoi les hommes ne veulent-ils pas que je me manifeste, alors qu'ils sont de jour en jour plus oublieux de Dieu, des sacrements, (notamment) du sacrement de Mariage ? L'homme est semblable aux bêtes sauvages et il ne veut recevoir de secours spirituel de personne. C'est pourquoi je demande une fois encore, prière, sacrifice, pénitence. Aimez beaucoup l'Église. Visitez mon Fils dans le Tabernacle, parfois il est si triste ! Approchez-vous des sacrements, mes enfants, recevez l'Eucharistie, aimez le Saint Père et priez pour lui. Ne vous relâchez pas dans la prière, mes enfants. Faire des prières qui viennent
du coeur
personne ne veut vivre l'Évangile
Correction fraternelle
ceux qui font ma volonté sont
ceux qui me plaisent
Mais ceux qui ne pensent qu'à eux-mêmes, aux leurs, sans se souvenir de celui qui leur tend la main ; pour l'aider, le protéger... L'amour, mes enfants, est la monnaie
la plus grande pour atteindre le Ciel et parvenir à la Patrie céleste.
Et celui qui aime Dieu de tout son
coeur, de toutes ses forces, de ses cinq sens, aime aussi le prochain ;
si les hommes échouent en amour, c'est parce qu'ils n'aiment pas
Dieu comme il faut l'aimer. Lorsque Dieu les met à l'épreuve,
ils rejettent la croix et ils ne veulent pas entendre parler de croix ni
d'obéissance car ils veulent faire leur volonté : la liberté
des enfants des ténèbres ; car la liberté que Dieu
donne à l'homme, c'est pour aimer Dieu et le prochain. C'est pourquoi,
une fois de plus, je demande que vos oeuvres soient unies à l'amour
de Dieu, et vous gagnerez le paradis. Voilà la monnaie que je donne
en échange de l'amour envers les nécessiteux.
La Très Sainte Vierge : Venez
en ce lieu, mes enfants, vous serez bénis et marqué d'une
croix.
MENSAJE DEL DÍA 7 DE JULIO DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, aquí estoy otra vez más, para acompañaros, para fortaleceros y para protegeros, hijos míos. Os vengo a pedir oración, sacrificio y penitencia; lo que los hombres hoy han olvidado. El mundo está sin Dios y por eso camina hacia la perdición; pero los hombres están ciegos y no ven que los hombres se han desmoralizado (1) y se han deshumanizado, hija mía, y quieren vivir cada uno su libertad y cada uno gobernarse sin que nadie lo gobierne. Pero los hombres siguen obstinados en no verlo. Repito otra vez más: que los hombres sin Dios no son humanos, porque el hombre tiene un alma dentro del cuerpo, y el alma pertenece a Dios, pero los hombres no se preocupan del alma. Por eso os pido a vosotros: orad. ¿Y cómo los hombres no quieren que me manifieste, si cada día los hombres están más olvidados de Dios, de los sacramentos, del sacramento del Matrimonio?; la mayoría de los hombres no quieren el sacramento del Matrimonio. El hombre está como las fieras y no quiere que nadie lo socorra espiritualmente. Por eso pido una vez más: oración, sacrificio y penitencia. Amad mucho a la Iglesia. Visitad a mi Hijo en el sagrario; ¡a veces está tan triste! Frecuentad los sacramentos, hijos míos, acercaos a la Eucaristía, amad al Santo Padre y orad por él. No os abandonéis en la oración, hijos míos. Haced buenas obras, porque muchos movimientos... Sólo mueven los labios, pero no se acuerdan de mover el corazón, y el hombre, si no mueve el corazón, no le sirve para nada el movimiento de los labios. EL SEÑOR: Sí, hija mía, hay que pedir mucho. Nada te angustie, hija mía, ni las persecuciones ni las calumnias. Yo puse esta Obra en tus manos, para que me glorifiques y para que todos los que pertenecen a ella me glorifiquen, porque el mundo me glorifica poco, porque nadie quiere vivir el Evangelio; lo ven crudo. Por eso hay muchos que son infieles, porque quieren estar, como los fariseos, en los primeros puestos, con apariencias, pero sin vivir el Evangelio. Te pido, hija mía, que corrijas; porque corregir es amar y hacer reconocer a muchas almas sus heridas, porque no quieren reconocerlas. Sólo cuando se intenta desinfectar la herida, para que no mueran —porque hay heridas mortales—, y les escuece, es cuando se dan cuenta; pero su orgullo y su soberbia, hija mía, no les dejan reconocer, y por eso no quieren ser corregidos. Yo quiero que todo el que pertenezca a esta Obra me ame y me glorifique, ame a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, que es de lo que el hombre se ha olvidado; pero algunos quieren ser glorificados, no glorificarme. Sólo uno es vuestro Señor, vuestro Dios. Pero también hay algunos, hija mía, que se entregan a las medidas de sus fuerzas y me alaban y me glorifican; se dejan corregir, porque aquéllos que hacen mi voluntad, aquéllos son los que más me agradan. Pero aquéllos que piensan en sí mismos, en los suyos, sin acordarse del que les tiende una mano, para ayudarle, protegerle... El amor, hijos míos, es la moneda más grande para ganar el Cielo y para ir a la Patria celestial. Un alma helada no sirve para nada, por mucho que mueva los labios; es un témpano de hielo que, si no ama, de nada me sirven sus obras, hija mía. El hombre está creado para amar: para amar a su Creador y a sus criaturas; por eso quiero que os entreguéis en cuerpo y alma a los pobres y a los necesitados. Y ¡ay de aquéllos que sólo piensan en ellos y en los suyos; y aquéllos que no ejercitan el corazón y mueven los labios, aquellos fariseos que no socorren al pobre! Los que pertenecéis a esta Obra entregaos en cuerpo y alma; ayudad, para que se extienda por todos los rincones del mundo. No queráis estar en los primeros puestos donde todo el mundo os vea; escondeos cuando hagáis las obras, y que nadie os dé palmaditas ni que escuchéis halagos. Eso os gusta a algunos mucho, hijos míos, y esas palabras están vacías de Dios, llenas de mundo, de orgullo y de vanidad. Matad vuestro orgullo, sed humildes y aprovechad tantas y tantas gracias como estáis recibiendo, hijos míos. Yo os prometo que todo el que colabore con los pobres y necesitados tendrá un lugar en la eternidad. Y el que ama a Dios con todo su corazón, con todas sus fuerzas y con sus cinco sentidos, ama al prójimo; por eso los hombres fallan en el amor, porque no aman a Dios como hay que amarlo. Cuando Dios los pone a prueba, rechazan la cruz y no quieren que nadie les hable ni de cruz ni de obediencia, porque quieren hacer su voluntad: la libertad de los hijos de las tinieblas; porque la libertad que Dios da al hombre es para ser amante de Dios y del prójimo. Por eso, otra vez más, pido que vuestras obras estén unidas al amor de Dios; y tendréis el Paraíso ganado. Ésa es la moneda que yo doy a cambio del amor hacia los necesitados. Nada te angustie, hija mía; sé humilde y fortalécete cada día más en nuestros Corazones. LA VIRGEN: Acudid a este lugar, hijos míos, que seréis bendecidos y marcados con una cruz. Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos para los pobres pecadores... Os bendigo, hijos míos, como el Padre
os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
(1) Como en otro mensaje anterior (1-3-1997), el verbo “desmoralizar” no significa aquí caer en el desánimo o la desesperanza, sino perder la moral o vivir
sin ella.
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4 août 2001
La Très Sainte Vierge : Ma fille, mon Coeur est rempli de douleur, percé de tant et tant d'épines. Les hommes ingrats, mes enfants, ne cessent d'enfoncer des épines dans mon Coeur. Réparez pour toutes ces offenses. Pour chacun de vos Ave Maria, mes enfants, je vous promets de protéger vos maisons des embûches de l'ennemi. Venez, venez en ce lieu ; mon Coeur reçoit beaucoup de consolation. Notre Seigneur : Ma fille, je cherche des coeurs où me réfugier et j'en trouve si peu... parce que la majorité des coeurs sont attachés au monde, à la chair et au sang. Les hommes, ma fille, ont oublié Dieu, leur orgueil détruit l'amour, et ils ne s'aiment pas d'une façon désintéressée ; ils s'aiment égoïstement. C'est pourquoi je demande prière et sacrifice, or les hommes font les sourds. Les hommes veulent être au-dessus
de Dieu et ils veulent imposer leurs lois à Dieu, ils n'acceptent
pas les lois de Dieu. A combien d'âmes, ma fille, j'ai donné
des milliers et des milliers de grâces et elles leur ont servi à
se détruire, car elles les ont repoussées et foulées
aux pieds ; elles n'acceptent pas la parole de Dieu.
Mais, mes enfants, je suis le Tout-Puissant, le Créateur, l'Incréé. Combien de fois vais-je vous demander de courber l'échine et de reconnaître Dieu comme votre Créateur ? N'imposez pas vos désirs, à Dieu et laissez Dieu agir selon sa volonté. Mes enfants, les hommes sont devenus des bêtes sauvages blessées, et ils n'acceptent pas la présence de Dieu, ni ses manifestations. Dieu veut que les hommes changent, ma fille. Les hommes ont été crées pour aimer et glorifier Dieu, et non pour se glorifier eux-mêmes. A quelle extrémité en arrivez-vous, mes enfants ? A enlever à Dieu la place qui lui correspond. Personne n'est comme Dieu, mes enfants. L'orgueil des hommes les empêche d'accepter que Dieu se manifeste où il veut et quand il veut. Moi, j'ai institué l'Eucharistie
par amour des hommes, or les hommes ne savent pas aimer, ils ne savent
que se haïr et ne pas respecter la loi de Dieu. Combien de fois vais-je
vous répéter, mes enfants, de reconnaître le péché,
de ne pas voir dans la vertu le péché, et dans le péché
la vertu !
Comme ils sont peu nombreux ceux
qui suivent l'Évangile tel qu'il est écrit ! Combien de fois
te l'ai-je dit, ma fille !, ils font passer leur mère, leur père,
leur frère, leur soeur, avant Dieu !. L'infidélité
des âmes consacrées vient de l'attachement à la chair
et au sang.
L'infidélité est quelque chose qui offense Dieu terriblement. Et il y a de plus en plus d'infidélité dans les âmes. Ah, âmes ingrates, il aurait mieux valu pour vous de n'être jamais nées ! L'infidélité à Dieu est plus grave encore que l'infidélité aux hommes ; c'est un péché éternel. Il ne faut pas jouer avec Dieu, mes enfants. Allez devant le Tabernacle lorsque
vous rencontrerez des difficultés, et là vous me trouverez
pour vous donner des forces et du courage afin de continuer à avancer.
Mais méfiez-vous de la ruse de Satan qui vous introduit dans le
monde et prend possession de vos âmes.
Et les âmes qui sont fidèles,
vous voulez les détruire, mes enfants. Laissez donc ces âmes
qui sont fidèles à Dieu vivre la vie qu'elles ont choisie.
Ne soyez pas comme des païens qui n'entre pas (au Ciel) et empêchent
(les autres) d'y entrer.
Vous, les laïcs, aimez l'Église, aimez le Saint-Père, aimez les évêques, respectez-les. Amparo
Presse-moi sur ton coeur. Ma fille, ne cesse pas de m'aimer, ne fais passer personne avant moi ; que ton coeur et le mien soient unis, ma fille, unis jusqu'à l'éternité. Sois forte, ma fille, mon Coeur t'aime. Aime-moi beaucoup, et ne crains personne, ma fille, ni les diffamations, ni la calomnie, ni les commérages. Sois forte et fidèle jusqu'à la mort, ma fille. Que ton coeur continue à aimer les êtres humains, les pauvres et les nécessiteux, et à partager avec eux, comme tu l'as toujours fait, ma fille. Luz Amparo : Ah, mon Dieu, pardonne-moi si je me fâche quelquefois, ou si je pèche par omission en ne faisant pas ce que tu me demandes ! Seigneur, pardonne-moi d'avoir tant de misères et d'être si remplie de défauts. Mon Seigneur, je ne suis pas digne de t'aimer, mais, Seigneur, je t'aime de tout mon coeur et de mes cinq sens. Notre Seigneur : Aime-moi, Luz bien-aimée.
Les âmes qui m'aiment de cette manière, je me livre à
elles, je suis pour elles un baume et je me fonds en elles.
Réparer pour les péchés
Sois humble, ma fille, l'humilité est la base principale de tout, l'humilité ainsi que l'obéissance ; voilà la plus belle vertu. Prie beaucoup pour les pécheurs.
Ce qui attriste mon Coeur, ma fille, ce sont les pauvres pécheurs,
c'est le relâchement qu'il y a dans le monde des âmes !
Peu de consacrées fidèles
Priez, mes enfants, priez, faites pénitence, faites des sacrifices, car le monde a besoin de prière, d'une prière bien faite et non d'une prière mécanique qui se contente de remuer les lèvres. Aimez les pauvres et les nécessiteux.
Promesses aux Pélerins
La Très Sainte Vierge : Levez
tous les objets, ils seront tous bénis pour les pauvres pécheurs.
MENSAJE DEL DÍA 4 DE AGOSTO DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hijos míos, mi Corazón viene
de dol... (interrumpe Luz Amparo con expresión admirativa) de dolor
lleno, atravesado por tantas y tantas espinas. Los hombres ingratos no
dejan de clavar espinas en mi Corazón, hijos míos. Reparad
todas estas ofensas. Por cada avemaría vuestra, hijos míos,
os prometo proteger vuestras casas de las asechanzas del enemigo, hijos
míos. Acudid, acudid a este lugar; recibe mi Corazón mucho
consuelo.
EL SEÑOR: Hija mía, busco corazones donde refugiarme, y encuentro tan pocos..., porque la mayoría de los corazones están apegados al mundo, a la carne y a la sangre. Los hombres, hija mía, se han olvidado de Dios; su orgullo destruye el amor y no se aman desinteresadamente; se aman egoístamente. Por eso pido oración y sacrificio, y los hombres se hacen los sordos. Los hombres quieren estar por encima de Dios y quieren imponer a Dios sus leyes, no aceptar las leyes de Dios, los hombres. Cuántas almas, hija mía, les he dado millares y millares de gracias y las han convertido en destruirse, porque las han rechazado y pisoteado; no aceptan la palabra de Dios. El hombre es tan orgulloso que le impone a Dios lo que tiene que hacer. Pero, hijos míos, yo soy el Todopoderoso, el Creador, el Increado. ¿Cuántas veces os voy a decir que bajéis la cerviz y reconozcáis a Dios como Creador vuestro? No le impongáis a Dios vuestros deseos y dejad a Dios que obre según su voluntad. Hijos míos, los hombres se han convertido en fieras heridas y no aceptan la presencia de Dios, ni las manifestaciones. Dios quiere que los hombres cambien, hija mía. El hombre ha sido creado para amar y glorificar a Dios, no para glorificarse ellos mismos. ¿A dónde estáis llegando, hijos míos?: a quitar a Dios el puesto que le corresponde; nadie como Dios, hijos míos. Su soberbia no les deja aceptar que Dios se manifiesta donde quiere y cuando quiere. Yo instituí la Eucaristía por amor a los hombres, y los hombres no saben amar, sólo odiarse y no respetar la Ley de Dios. ¡Cuántas veces os voy a repetir, hijos míos, que reconozcáis el pecado, que no veáis la virtud pecado y el pecado virtud! ¡Qué pocos siguen el Evangelio tal como está escrito! ¡Cuántas veces te lo he dicho, hija mía!: anteponen a su madre, a su padre, a su hermano, a su hermana antes que a Dios. La infidelidad de las almas consagradas es el apego a la carne y a la sangre. Las vacaciones, hija mía, destruyen las vocaciones. Sí, te lo repito una y otra vez: las almas no son fieles a su vocación. ¡Ay, almas ingratas, que no sois fieles a vuestros compromisos y a vuestros votos! Vuestro compromiso y vuestro voto está en el Cielo escrito, y ¡ay de aquellas almas que se introducen en el mundo y dejan su vocación, hijos míos! La infidelidad es algo que ofende tremendamente a Dios, y cada día hay más infidelidad en las almas. ¡Ay, almas ingratas: más os valiera no haber nacido! La infidelidad a Dios es más grave todavía que la infidelidad a los hombres; es un pecado eterno. No hay que jugar con Dios, hijos míos. Id al sagrario cuando encontréis dificultades, y allí me encontraréis, para daros fuerzas y ánimos para que sigáis adelante. Pero no hagáis caso de la astucia de Satanás, que os introduce en el mundo y os posee vuestras almas; y las almas que son fieles queréis destruirlas, hijos míos. Dejad a aquellas almas que son fieles a Dios que vivan la vida que han escogido. No seáis como los paganos, que ni entran ni dejan. Laicos: amad a la Iglesia, amad al Santo Padre, amad a los obispos, respetadlos. Y tú, hija mía, sigue siendo fiel a nuestros Corazones, hija mía. Vas a beber unas gotas del cáliz del dolor... Está muy amargo, hija mía, pero fortalecerá tu espíritu. Vengo a consolarme en tu corazón, hija mía. Tú sabes que te amo y que de niña, hija mía, te he protegido de tantos y tantos peligros. Tu corazoncito tierno, hija mía, a veces lo he juntado con el mío para protegerte de tantos y tantos peligros como había a tu alrededor y para consolarte de tantos dolores y tantos sufrimientos; que ese corazoncito tan pequeño empezó a sufrir la incomprensión de los seres humanos. Tú pedías socorro, hija mía, y yo te protegía, te cogía con mis manos y te sentaba sobre mis rodillas. Yo he sido tu protector cuando eras pequeñita, hija mía. ¡Cuántos peligros te acechaban, hija mía!; y de todos te saqué. Apriétame sobre tu corazón. Hija
mía, no dejes de amarme, no antepongas a nadie a mí; tu corazón
y el mío que estén unidos, hija mía; unidos hasta
la eternidad. Sé fuerte, hija mía, mi Corazón te ama.
Ámame mucho, y no temas a nadie, ni las difamaciones, ni la calumnia,
ni las habladurías, hija mía. Sé fuerte y sé
fiel hasta la muerte, hija mía. Que tu corazón siga compartiendo
y amando a los seres humanos, a los pobres y a los necesitados, como siempre
has compartido, hija mía.
LUZ AMPARO: ¡Ay, Dios mío, perdóname
si alguna vez me enfado o alguna vez peco de omisión, de no hacer
lo que me pides! Señor, perdóname porque tengo tantas miserias
y estoy tan llena de defectos, mi Señor, que no soy digna de amarte,
Señor, pero te amo con todo mi corazón y con mis cinco sentidos.
EL SEÑOR: Ámame, Luz querida; que las almas que me aman de esta manera, yo me entrego a ellas y soy bálsamo que me derrito en ellas. A ver si reparamos, todo este mes, los pecados de estas almas, hija mía, ya que son tan ingratas que no quieren reparar sus pecados; vamos a reparar, hija mía. ¡Les he dado tanto y me han correspondido tan poco, hija mía!..., pero todavía mi Corazón las sigue y las persigue. Vamos a ver, hija mía, si somos capaces de ablandar sus corazones. Sé humilde, hija mía, la humildad es la base principal de todo, y la obediencia; ésa es la virtud más hermosa. Ora mucho por los pecadores. Los pobres pecadores, hija mía, son los que entristecen mi Corazón, ¡el abandono que hay en el mundo de las almas, hija mía!... ¡Y que digan los hombres que el mundo está bien!; están ciegos, porque cada uno vive según sus gustos y según sus caprichos, no según la voluntad de Dios, hija mía. Son tan pocos, que yo a aquellas almas consagradas que me son fieles, las ama tanto mi Corazón que siempre estoy con ellas y no las abandono nunca. Orad, hijos míos, orad. Haced penitencia y sacrificios, que el mundo está necesitado de oración bien hecha, no de una oración mecánica que sólo mueve los labios. Amad a los pobres y necesitados. Entregaos en cuerpo y alma a todos aquéllos que os necesiten, hija mía: ésta es mi Obra de Amor y de Misericordia. Que seáis para los demás y os entreguéis en cuerpo y alma a esta Obra venida de mis manos. El amor, hija mía, que resplandezca; el amor a Dios y al prójimo. Hijos míos, todos los que acudís
a este lugar: protegeré vuestros hogares de las asechanzas de Satanás.
Acudid a recibir gracias, hijos míos, pero no me defraudéis
y después las pisoteéis. Ayudad al pobre y al necesitado;
éste es el Evangelio: el amor.
LA VIRGEN: Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos para los pobres pecadores... Os bendigo, hijos míos, como el Padre
os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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1er septembre 2001
La Très Sainte Vierge: Qui sera sauvé ?
Comme ils sont peu nombreux les hommes
qui mettent en pratique les commandements! Si Je me manifeste une fois
ou autre, c’est parce que Je veux que les hommes observent les commandements
de la loi de Dieu.
Notre Seigneur: Mes enfants, observez les commandements, approchez-vous des sacrements et ne soyez pas si ingrats. De nos jours le seul “commandement” qui resplendit, celui que l’homme a créé, c’est la passion, le plaisir. Les hommes ont déformé tous les sacrements , jusqu’au sacrement du mariage. Moi, J’aurais pu créer des anges et des chérubins, et pourtant J’ai voulu que l’homme naisse de l’homme par amour. Voilà pourquoi J’ai donné la liberté à l’homme et J’ai fait de lui un être rationnel. J’ai donné aux animaux la [...] et Je ne les ai pas pourvus d’une intelligence rationnelle comme l’homme. Le mariage actuellement est bafoué
Malheureuses créatures, qui ne faites que commettre péché sur péché et qui portez en triomphe le péché de la chair! Ne voyez-vous pas, mes enfants, que le monde a dépassé les bornes et a dégénéré? L’homme ne respecte pas la dignité que Dieu lui a donnée. Il est devenu un animal sauvage; on ne donne pas d’importance au péché; voilà pourquoi le monde se trouve dans cette situation, ma fille. Mes enfants, Je vous demande seulement
de garder la Loi de Dieu, de procréer avec amour, avec cet amour
qui procède du côté du Christ et qui, par la
grâce du sacrement, pénètre dans vos coeurs.
Grand nombre des damnés
Nombreuses conversions à l'Escorial
Luz Amparo: Oh! comme ils sont nombreux, Seigneur, oh! Notre Seigneur: Ce grand nombre d’âmes a reçu des grâces très spéciales et ils sont morts avec les sacrements et dans la grâce de Dieu, et ils sont ici, ma fille. Luz Amparo: Oh! Mon Dieu! Que Dieu
est grand! Oh! Comme ils sont nombreux, Seigneur! Oh! Oh!
La Très Sainte Vierge: Tous
ceux qui viendront en ce lieu, mes enfants, recevront des grâces
très spéciales.
MENSAJE DEL DÍA 1 DE SEPTIEMBRE DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, aquí estoy, una vez
más, para recordar a los hombres que cumplan la Ley de Dios. Aunque
los hombres dicen que no es necesario, para salvarse, cumplir con la Ley
de Dios; el Evangelio está escrito: ¿quién se salvará?
El que cumpla con los mandamientos. ¿Quién cumple con los
mandamientos, hija mía? ¡Qué pocos son los hombres
que cumplen con los mandamientos! Por eso me manifiesto una y otra vez,
porque quiero que los hombres cumplan los mandamientos de la Ley de Dios.
Los hombres han hecho unos mandamientos como ellos han querido, hija mía.
Por eso, ¡cuántos se presentarán ante Dios, y Dios
no los reconocerá, hija mía! ¿Cómo los hombres
se quejan que cómo me manifiesto tantas veces, si los hombres no
dejan de ofender a Dios y no cumplen con la Ley de Dios?
EL SEÑOR: Hijos míos, cumplid con los mandamientos, acercaos a los sacramentos y no seáis tan ingratos. Hoy el único “mandamiento” que resplandece, que el hombre lo ha creado(1), es la pasión, el placer. Han deformado todos los sacramentos, hasta el sacramento del Matrimonio. Yo podía haber creado ángeles y querubines, y, sin embargo, quise que el hombre naciera del hombre por amor. Por eso dejé la libertad al hombre y le hice racional; y a los animales les dejé “brigidez”..., ¿frigidez?(2), y no les di una inteligencia racional como al hombre. El hombre fue creado con el fin de procrear, y ¿qué han hecho de este sacramento?: aberraciones, placeres, pasiones..., y han destruido el amor; porque el hombre se ha degenerado, y el amor ha desaparecido con la pasión y el placer. Por eso el hombre tiene que dar cuenta a Dios de esos pecados de adulterio, de placer, de pasión. El hombre se ha vuelto loco, sólo piensa en el sexo, hija mía; no encamina ese sacramento a la Ley de Dios con el amor; que Dios está en ese momento tan hermoso, que es que el hombre ame con todo su corazón, pero con la gracia que viene por el sacramento. El hombre hoy es como un animal, pero racional. Los animales los he dejado yo, hija mía, con esa frigidez, pero al hombre le he dado libertad para llegar a Dios por el amor, y la gloria que se le da a Dios en ese matrimonio lleno de amor, de pureza y de belleza. ¡Ay, criaturas, que no hacéis nada más que cometer pecado tras pecado y lleváis el pecado de la carne en triunfo! ¿No veis, hijos míos, que el mundo se ha desbocado en una degeneración? El hombre no respeta la dignidad que Dios le ha dado; se ha vuelto un animal salvaje; no le da importancia al pecado; por eso el mundo está en esta situación, hija mía. Sólo pido, hijos míos, que conservéis la Ley de Dios, procreéis por amor, con ese amor que viene del costado de Cristo y que, por la gracia del sacramento, se impregna en vuestros corazones. ¡Ay, criaturas, hasta dónde llegáis con la pasión y el placer! Todo es la falta de amor que hay entre los hombres, y todo lo han convertido en pasión y placer; no buscan nada más que sus propios gustos y sus propios placeres. Es lo que vengo a recordar, hijos míos, y el hombre no quiere oír. ¡Cuántos llegan ante la Divina Majestad de Dios y tienen que oír las palabras: “¡No te conozco, porque no cumpliste mis leyes!”. Cumplid los mandamientos, amad a la Iglesia y bebed de sus fuentes, hijos míos, pero que esas fuentes eleven vuestro espíritu a la Divina Majestad de Dios; no os quedéis en los placeres del mundo. Desprendeos del mundo, hijos míos; amad a vuestros hermanos. No existe el amor entre los hombres, ni entre los mismos matrimonios, hija mía; lo han convertido todo en sexo y pasión. Y repito, hijos míos, que yo quise que el hombre naciese del amor; si no, hubiese creado ángeles y querubines y serafines. Respetad este mandamiento. Acudid a este lugar, hijos míos, que
aprenderéis a amar a la Iglesia, al Santo Padre; porque las palabras
que se dicen en este lugar son para ir al templo y para cambiar vuestras
vidas, hijos míos. Es la doctrina que se os enseña. ¡Cuántos
se han salvado que estaban condenados, porque el camino que llevaban era
un camino de pecado y de destrucción, y recibieron la gracia, y
cambiaron sus vidas, confesaron sus culpas, y aquí están,
hija mía! Mira qué gran número de todos los que acudían
a este lugar.
LUZ AMPARO: ¡Ay, ay, cuántos, Señor,
ay!
EL SEÑOR: Este gran número de almas han recibido
gracias muy especiales y han muerto con los sacramentos y en gracia, y
aquí están, hija mía.
LUZ AMPARO: ¡Ay, Dios mío! ¡Qué
grande es Dios! ¡Ay, cuántos, Señor, ay, ay!
EL SEÑOR: Ésa es la grandeza de Dios, que derrama gracias para salvar a las almas. Unos las pisotean y las rechazan; y el que las recibe y las cultiva, mira dónde se encuentra; y otros muchos, hija mía, que han cambiado sus vidas totalmente para entregarse a Dios. ¡Cuánto le cuesta al hombre dejar
el mundo y entregarse al pobre y al necesitado! Hijos míos, ayudad
a los pobres, a los necesitados; cambiad vuestras vidas y amad mucho a
nuestros Corazones, de Jesús y de María.
LA VIRGEN: Todos los que acudáis a este lugar recibiréis gracias muy especiales, hijos míos. Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para los pobres pecadores... Yo os bendigo, hijos míos, como el Padre
os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
(1) Es decir, que el hombre lo ha introducido en el mundo, según una de las acepciones del verbo “crear”. (2) Al comunicar esta palabra, Luz Amparo la pronuncia mal primero,
rectifica enseguida y la repite, ya segura, líneas más abajo...
Los animales, al faltarles una inteligencia racional, se rigen por el instinto,
que regula por épocas la procreación; por ello, Dios les
dejó “frigidez” o indiferencia en etapas determinadas.
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6 octobre 2001
La Très Sainte Vierge: Nous voici, ma fille. Je suis ici comme Mère et Refuge des pécheurs, Mère de tant et tant d’affligés. Notre Seigneur : Me voici comme Père de Justice et d’Amour. Je veux consumer les âmes dans mon amour mais les âmes ne se laissent pas modeler. Je veux détruire toutes les misères qui s’y trouvent, faire des merveilles dans les âmes et les fortifier pour qu’elles luttent et s’éloignent de tant et tant de tentations que le monde leur offre et qui les entraînent, ma fille. C’est pourquoi je te dis qu’il faut beaucoup prier, faire beaucoup d’oraisons et de pénitences. Les âmes sont éblouies par le monde et les passions. Je les appelle et elles ne veulent pas écouter mon appel. N’es-tu pas peinée, ma fille ? C’est pourquoi ma fille, il faut souffrir, il faut réparer parce que je me donne aux âmes mais les âmes font la sourde oreille. Je me donne comme aliment pour les fortifier, et comment correspondez-vous, mes enfants, à tant et tant de grâces que vous recevez de la Divine Majesté de Dieu ? C’est pourquoi, ma fille, je te dis que le seul moyen de conquérir les âmes, c’est par la douleur et la souffrance. Je t’ai dit que pendant deux mois tu allais purifier les péchés et les misères de ces âmes. Regarde, ma fille, comme il en coûte (de les purifier), mais Moi, je suis venu donner ma vie pour les sauver. C’est pourquoi, ma fille, je te demande de mourir peu à peu afin que les coupables ressuscitent, ma fille. Luz Amparo : Ah ! Seigneur ! Je n’en peux plus, je n’en peux plus, Seigneur ! Je ne peux plus ! Ah ! Je n’ai plus de forces, Seigneur ! Seigneur, donne-moi des forces pour tout supporter. Ah ! Ah ! Ah ! (Les paroles d’Amparo sont entremêlées de sanglots). Notre Seigneur : Ma fille, tu sais
que je souffre avec toi pour sauver les âmes. Comme elles sont ingrates,
ma fille ! Mais il y a des âmes si obstinées que la grâce
leur est enlevée pour être donnée à d’autres
(âmes) parce qu’elles ne veulent pas accepter les grâces que
je leur envoie. C’est pourquoi, ma fille, tu dois être forte et accepter
la souffrance et la douleur. Je sais qu’il n’y a rien en ton corps qui
ne soit à mon service, et que tout ce que tu possèdes, tu
l’as mis au service de Dieu.
Pierre Piqué : Je vous remercie tous de m’avoir accepté au service de cette œuvre bénie de Dieu… Luz Amparo : Ah ! Pierre ! Pierre Piqué : Regardez les grâces que j’ai reçues, car je suis ici dans ce lieu merveilleux de félicité, de joie et de paix. Dieu m’a introduit en son sein et m’a fait voir sa vie intérieure où est le Père, le Fils et l’Esprit Saint et où ils me font comprendre les merveilles et les mystères divins. A travers les entrailles de Dieu le Père, se trouve la grandeur de tout. Comme je suis heureux ! C’est pourquoi je demande à tous de travailler pour la gloire de Dieu car il y a une récompense belle et éternelle. Quelle beauté et quelle grandeur il y a ici ! Je demande aux miens de m’imiter et de suivre ce chemin afin que nous nous rassemblions dans les merveilles de Dieu. Luz Amparo : Ah ! Quelle grandeur ! Pierre Piqué : Il n’existe pas de paix ni de félicité qui ressemble à ce lieu. Luttez pour que tous, nous puissions parvenir à la paix et à la félicité éternelle. Luz Amparo : Ah ! Mon Dieu ! Seigneur ! Notre Seigneur : Tu vois bien ma
fille, comme je le dis, que rien ne demeurera sans récompense. Quoi
que ce soit que vous fassiez pour les pauvres et les nécessiteux,
vous recevrez une récompense très grande, plus de cent pour
un, ma fille. Mais, malheur à ceux qui sont lâches et ingrats
à ce que je leur ai demandé. Ils ont tout perdu parce qu’ils
ont voulu seulement briller aux premières places et recevoir louanges
et applaudissements. Je te l’ai très souvent dit, ma fille, ils
troquent l’éternité pour le temps. Les pauvres ! Ils aiment
être aux premières places. Ils aiment qu’on répète
leur nom et qu’on leur tape dans le dos. Ils ont troqué la grandeur
de Dieu pour la vanité et la vaine gloire de la terre.
Luz Amparo : Seigneur, avec ton aide, mais je n’ai pas de force, Seigneur. Tu sais que parfois, je ne peux pas. Notre Seigneur : Ne te détache pas de moi, je suis la Force, le Chemin, la Vie. Je fortifierai celui qui est avec moi. Luz Amparo : Merci Seigneur. La Très Sainte Vierge : Je
vous bénis, mes enfants, comme le Père vous bénit,
par l’intermédiaire du Fils et avec le Saint Esprit.
MENSAJE DEL DÍA 6 DE OCTUBRE DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Aquí estamos, hija mía; yo estoy
como Madre y refugio de los pecadores, como Madre de tantos y tantos afligidos.
EL SEÑOR: Y yo estoy como Padre de justicia y de amor.
Yo quiero consumir a las almas en mi amor; pero las almas no se dejan modelar.
Yo quiero destruir, de dentro de sus almas, todas las miserias que hay
en ellas y hacer maravillas en sus almas y fortalecerlas, para que luchen
y se retiren de tantas y tantas tentaciones que tienen en el mundo; y los
arrastra, hija mía. Por eso te digo que hay que orar mucho, hacer
mucha oración y mucha penitencia. A las almas las deslumbra el mundo
y las pasiones; yo las llamo y ellas no quieren escuchar mi llamada. ¿No
te da pena, hija mía? Por eso te pido, hija mía: hay que
sufrir, hay que reparar, porque yo me entrego a las almas, pero las almas
se hacen los sordas. Yo me doy en alimento, para fortalecerlas, y ¡cómo
correspondéis, hijos míos, a tantas y tantas gracias como
recibís de la Divina Majestad de Dios! Por eso te digo, hija mía,
que la única manera de conquistar a las almas es con el dolor, con
el sufrimiento. Te dije que estarías dos meses purificando los pecados
y las miserias de estas almas. Mira, hija mía, cuánto cuestan,
pero así vine yo a dar mi vida para salvaros, hijos míos.
Por eso te pido, hija mía: hay que ir muriendo, muriendo poco a
poco, para que los culpables vayan resucitando, hija mía.
LUZ AMPARO: ¡Ay, Señor, yo ya no puedo más,
ya no puedo, Señor, ya no puedo! ¡Ay, no tengo fuerzas Señor!
¡Ay, ay, Señor, dame fuerzas para soportarlo todo! ¡Ay,
ay, ay!...
EL SEÑOR: Hija mía, tú sabes que yo estoy
contigo también sufriendo, para salvar a las almas. ¡Qué
ingratas son, hija mía!; pero hay almas que son tan obstinadas que
se les quita la gracia y se les da a los demás, porque no quieren
aceptar las gracias que yo les mando. Por eso, hija mía, tienes
que ser fuerte y aceptar el sufrimiento y el dolor. Ya sé, hija
mía, que no tienes nada en el cuerpo que esté a mi servicio
(1), hija mía, que todo lo que tienes lo has puesto al servicio
de Dios. Toma unas gotas del cáliz del dolor, hija mía...
Toma otro poco, hija mía... Está amargo, hija mía;
es la amargura de los pecados, que los hombres son tan ingratos que se
introducen en el pecado y se dejan arrastrar por la astucia del enemigo.
Los hombres quieren servir al enemigo, no quieren estar al servicio de
Dios, hija mía; pero mira los que están al servicio de Dios
y los que han estado en la Tierra a su servicio en esta Obra, hija mía.
PIERRE PIQUÉ: Gracias os doy a todos por haberme aceptado
al servicio de esta Obra bendita de Dios.
LUZ AMPARO: ¡Ay, Pedro, ay!
PIERRE PIQUÉ: Mirad las gracias que he recibido, que aquí
estoy en este lugar maravilloso de felicidad, de alegría y de paz.
Dios me ha introducido en sus entrañas y me ha hecho ver su vida
interior, donde está el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo,
y donde me están haciendo comprender maravillas y misterios divinos;
a través de las entrañas de Dios Padre, está la grandeza
de todo. ¡Qué feliz soy! Por eso pido a todos: trabajad para
gloria de Dios, que hay una recompensa bella y eterna. ¡Qué
hermosura y qué grandezas las de aquí! Pido a los míos
que me imiten y sigan este camino para juntarnos en las maravillas de Dios.
LUZ AMPARO: ¡Ay, qué grandeza!
PIERRE PIQUÉ: No hay paz ni felicidad que se parezca a este
lugar. Luchad, para que todos podamos llegar a la paz y a la felicidad
eterna.
LUZ AMPARO: ¡Ay, Dios mío..., Señor!
EL SEÑOR: ¿Ves, hija mía, como te digo, que nada quedará sin recompensa? Cualquier cosa que se haga por los pobres, por los necesitados... Recibirán una recompensa tan grande que es más del ciento por uno, hija mía; pero, ¡ay, aquéllos que son cobardes e ingratos a lo que yo les he pedido, sólo por querer resplandecer en los primeros puestos, y por recibir halagos y palmaditas!; todo lo han perdido. Cómo cambian, te lo he dicho muchísimas veces, hija mía: ¡cambian la eternidad por el tiempo! ¡Ay, pobres, les gusta estar en los primeros lugares! ¡Ay, que les gusta repetir su nombre y que estén dándoles palmadas en la espalda!; han cambiado la grandeza de Dios por la vanidad y la vanagloria de la Tierra. Pero, hija mía, el modo de llegar al Cielo es la cruz, y el que la rechaza no caminará por el camino que caminó Cristo. ¿No os dais cuenta, hijos míos, que el amor que sentía por vosotros fue el que me dio muerte? Vosotros, ¿no podéis ofrecer cualquier humillación, cualquier persecución o cualquiera de las contradicciones que hay en el mundo? Sed humildes, hijos míos, y sabed ofrecer a Dios holocaustos, hijos míos. Los hombres se han olvidado de los principios que los llevaba a la santidad y a la Gloria. Sacrificio, sacrificio y penitencia pido, amor entre los hombres. Orad mucho, hijos míos, porque el mundo, os lo he dicho otras veces, está al borde del precipicio; porque los hombres, con su orgullo y su vanidad, no reconocen los misterios de Dios, ni la Ley de Dios; la pisotean. Por eso, hija mía, si queremos ayudar a los débiles, tienes que ser fuerte y seguir sufriendo. El sufrimiento es amor, hija mía. El sufrimiento es redención. “Orad, hermanos...”, decís todos los días en el sacrificio de la Santa Misa; pero ¿sabéis lo que significan esas palabras, o estáis de rutina oyendo ese Santo Sacrificio? Es la palabra más hermosa: reunirse todos los hijos de Dios para comunicarse con Dios en la oración. No vayáis a recibir mi Cuerpo de rutina y con esa tibieza que muchos vais, hijos míos. Yo soy la Fortaleza, y el que ora con profundidad y su oración sale de lo más profundo de su corazón, yo estoy en comunicación con él; por eso os pido oración, oración y sacrificio. Haced visitas al Santísimo; a veces, ¡estoy en una soledad! ¡Cuánta sed tengo de almas en esa soledad, hija mía! Tengo frío, pero frío de amor. Las almas no me abrigan, porque vienen sus corazones como témpanos de hielo; no me dan calor, ese amor sincero, sin egoísmo. Aquí estoy día y noche, hija mía, esperando a los hombres, en esta soledad tremenda; todo por el amor a ellos; por eso instituí este sacramento de la Eucaristía, y ¡qué mal correspondido soy! Amaos los unos a los otros, y no carguéis
cargas unos sobre otros. Y tú, hija mía, sé humilde
y acepta todo lo que yo te mande; no te desesperes.
LUZ AMPARO: Señor, con tu ayuda..., pero no tengo
fuerzas, Señor; Tú sabes que no puedo, a veces.
EL SEÑOR: No te separes de mí; yo soy la Fortaleza,
el Camino, la Vida. Al que está conmigo, lo fortaleceré.
LUZ AMPARO: Gracias, Señor.
LA VIRGEN: Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo. Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para el día de las tinieblas... Orad mucho, pues el mundo está en un
gran peligro constante, hijos míos.
(1) Entendida literalmente, la frase no corresponde a la intención
expresada a continuación en el mensaje y que es la adecuada: “...todo
lo que tienes lo has puesto al servicio de Dios”.
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2 novembre 2001
La Très Sainte Vierge: Ma
fille, regarde comment je viens : comme Mère des pécheurs
et Refuge des affligés.
Amparo : Ah ! Combien ! Ah ! Combien (il y en a !) elles sont toutes connues ! La Très Sainte Vierge:Toutes ces âmes (se sont sauvées) parce qu’elles ont reçu " la grâce " en ce lieu, ma fille ; leurs vies étaient désorientées et de ce lieu, elles ont été orientées vers l’Eglise et vers les sacrements pour leur salut. Et comment les hommes si ingrats n’apprécient-ils pas cette grandeur ? Amparo : Ah ! Combien d’âmes, mon Dieu ! La prière qui plait le plus
à Dieu
Amparo : Ah ! Ah ! quelle grandeur ! Dieu est un père très
aimant
Venir à l'Escorial pour se
convertir
Notre Seigneur : Ce lieu, les âmes
doivent le travailler et le cultiver.
Sexe et désespoir
Prière, sacrifice et pénitence
Notre Seigneur : C’est pourquoi les
âmes demandent que leurs êtres chers soient en état
de grâce afin qu’elles puissent entrer en communication avec eux
par l’intermédiaire de la prière ; c’est la Communion des
Saints.
MENSAJE DEL DÍA 2 DE NOVIEMBRE DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, mira cómo vengo: como
Madre de los pecadores y Refugio de los afligidos. Mira cuántas
almas, hija mía, están bajo mi protección. Dios Padre,
hija mía, les otorga un día para comunicarse, por medio de
la gracia, con sus seres queridos, pero no pueden llegar; la Tierra está
tan corrompida, hija mía, que las almas no pueden llegar hasta ella;
por eso vienen bajo mi protección.
LUZ AMPARO: ¡Ay, cuántas, Dios mío!
¡Ay, cuántas, todas conocidas!
LA VIRGEN: Todas estas almas, gracias a la gracia que
han recibido desde aquí, hija mía, sus vidas estaban desorientadas
y desde este lugar fueron orientadas a la Iglesia y a los sacramentos,
para su salvación. ¡Y cómo los hombres tan ingratos
no aprecian esta grandeza!
LUZ AMPARO: ¡Ay, ay, cuántas almas, Dios mío!...
LA VIRGEN: Muchos vienen a dar las gracias, familiares
de almas que están en esta Obra, familiares de aquéllos que
colaboran en ella, y muchos pecadores, hija mía, que han llegado
a este lugar y han conseguido la gracia de su conversión. Por eso
dicen “gracias”, por todos aquéllos que hacen oración por
los pecadores. ¿Sabes, hija mía, la oración que le
gusta a Dios más que ninguna otra? La oración que se hace
por los pecadores; esa oración nunca queda sin respuesta; esa oración
alegra nuestros Corazones, hijos míos. Acordaos de los pobres pecadores,
orad y rezad por ellos, hijos míos.
LUZ AMPARO: ¡Ay, ay! ¡Qué grandeza!...
EL SEÑOR: Mira la grandeza de Dios; qué lugares, hija mía, Dios prepara para sus almas queridas. Dios tiene su corazón consumido de amor por las almas. Dios aplica la misericordia con todas aquellas almas que se convierten y piden perdón. Dios es un Padre muy amable con sus hijos y se derrite su corazón cuando los pecadores piden perdón de sus pecados. ¡Qué grandeza la de Dios, hija mía! ¡Y cuántas almas no saben aprovechar estos dones! Ni mi Sangre, hijos míos, ha servido para muchas de las almas. Mira, hija mía, muchas de estas almas, valiéndose de su poder, maquinan el mal para destruir mi Obra. Pero, ¿cómo, ingratos, podéis pensar que vais a destruir una Obra de Dios, aunque clavéis aguijones, aunque persigáis a las almas?; pero Dios está por encima de vosotros, hijos míos. Mira, hija mía, estas almas se dedican en maquinar para destruir mi Obra. Si yo quisiera, hija mía, los haría desaparecer, pero quiero que tú repares sus ingratitudes y sus manipulaciones, hija mía. Manipulan a las almas para hacer desaparecer mi Obra. Pide mucho por ellos y ámalos con todo tu corazón. Si Dios con vosotros, nadie podrá contra vosotros. Pide por ellos, hija mía, son dignos de lástima. Tanto como mi Corazón los ama y se dedican a destruir; en vez de construir obras buenas, intentan destruir, hija mía, la Obra que yo he creado. ¿No te da pena de ellos, hija mía? Otra oportunidad más. Acudid a este lugar, hijos míos, que, desde este lugar, recibiréis las gracias para ir al templo, hijos míos, para cambiar vuestras almas, para acercaros al sacramento de la Eucaristía y al sacramento de la Penitencia. Mi corazón está triste, pero también siento gran alegría al ver que tantas y tantas almas han llegado a la felicidad eterna. Vale la pena luchar, hija mía, para encontrar la calma y la felicidad. No temas a nadie, hija mía, refúgiate en nuestros Corazones y recibirás fuerza para luchar ante las tempestades. Oración y sacrificio pido a todas las almas, pues la situación del mundo es grave, aunque se empeñen en no ver la situación del mundo. Sólo Dios puede solucionar todas estas calamidades. El mundo está al borde del abismo. Acudid a este lugar, hijos míos; este lugar es lugar de amor, de oración, de perdón. Aquí aprenden las almas a amarse y a perdonarse, aquí aprenden a amar a la Iglesia, e ir a la Iglesia a recibir los sacramentos y tantas y tantas gracias como hay en ella. Por eso, quiero, hijos míos, que sigáis orando por los pecadores y que os améis unos a otros, pues las almas que no aman, esas almas tienen una posesión dentro que no pueden amar. ¡Cuántos rezan, cuántos aparentan ser lo que no son, pero su corazón está tan endurecido y tan frío como un bloque de hielo que no aman a las almas; no piensan nada más que en destruir! ¡Ay, aquéllos que se aprovechan de sus puestos para aguijonear a las almas! Cuando lleguen ante mi presencia, ¿qué respuesta me van a dar ante las preguntas que yo les haga? Aplicad la caridad, hijos míos; sin caridad no hay Cielo, pero no a los que queráis vosotros y os agraden a vosotros, sino a todos los hijos de Dios; porque no es mejor aquél que practica la “caridad” por el gusto de que lo vean y por la apariencia, y luego acorralan a las almas para apedrearlas y difamarlas. Hijos míos, el mandamiento más importante: que os améis los unos a los otros como yo os amo, sin diferencia ni de idioma, ni de color, ni de clase. Hija mía, refúgiate en nuestros
Corazones, consúmete en nuestro amor y en amor para las almas. Te
he dicho muchas veces, hija mía, que te dejes como un juguete en
nuestras manos, como un juguete se pone en manos de un niño, para
que nosotros hagamos lo que queramos contigo. Repara las ingratitudes de
tantas almas, almas que se creen elevadas y que todo el mundo las admira
por sus apariencias, pero, ¡ay, cuando lleguen ante la Divina Majestad
de Dios! ¿No os da miedo, hijos míos, vivir de apariencia?
No seáis hipócritas ni fariseos. Convertíos, hijos
míos, amad a todas las almas, y no queráis destruir mi Obra.
Si yo tengo los brazos abiertos para todos vosotros, hijos míos,
¡cómo no os da miedo de difamar y calumniar, y de aprovecharos
de estas pobres almas que todo lo han dado y lo han dejado por el amor
a los hombres y el amor a Dios! ¿Por qué no imitáis,
y escudriñáis el camino que han escogido?, no que sin conocimiento
actuáis(1). ¡Hijos míos, qué tristeza que mis
almas obren así! Y a pesar de todo, hijos míos, mi Corazón
está abierto para vosotros. Y tú, hija mía, no dejes
de orar por ellos. La oración es buena y nunca se pierde, hija mía.
Vale la pena sufrir para luego encontrar la felicidad como estas almas.
LUZ AMPARO: ¡Qué lugar más hermoso!
¡Qué lugar, Dios mío!... ¡Ay!...
EL SEÑOR: Este lugar se lo tienen que ir labrando y cultivando
las almas.
LUZ AMPARO: ¡Qué grandeza, Señor! ¡Cómo
se perderán esto los hombres por el mundo y las cosas que hay en
el mundo!
EL SEÑOR: Los hombres, hija mía, la mayoría, han enloquecido por los placeres, por la carne, por los vicios, por las comodidades; han enloquecido de tal forma que no ven el pecado; para ellos nada es pecado, todo es virtud. Así está la Tierra, hija mía; los hombres están, la mayoría, desesperados; nada más piensan en los placeres de la carne, el demonio los ha absorbido y los tiene anulados como seres humanos, se convierten peor que fieras. Por eso hay que pedir mucho por la situación del mundo, hija mía. Oración os pido, hijos míos,
oración, sacrificio y penitencia. Los hombres se han olvidado de
orar; por eso Dios no reina en sus corazones y el demonio es el rey del
mundo. Gracias por todas las oraciones que hacen por los pecadores. Las
almas son tan felices, hija mía; vuelve otra vez a verlas.
LUZ AMPARO: ¡Ay, qué grandeza, Dios mío!
¡Ay, Dios mío, qué belleza tienen!... Vale la pena
sufrir, Señor, para ver estas almas.
EL SEÑOR: Por eso piden las almas que estén en
gracia sus seres queridos, para poderse comunicar(2), por medio de la oración,
con ellos; es la Comunión de los Santos.
LA VIRGEN: Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos para la conversión de los pobres pecadores... Os bendigo, hijos míos, como el Padre
os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
(1)Equivale a decir: “No, sino que actuáis sin conocimiento”. (2)Para la recta comprensión de este párrafo, conviene
aclarar: parece tratarse de almas de bienaventurados; éstas desean
que sus seres queridos estén en gracia para poder comunicarse con
ellos mediante la oración. Es el dogma de la Comunión de
los Santos.
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1er décembre
2001
La Sainte Vierge :
Notre Seigneur :
La Sainte Vierge :
Que vais-je dire de plus, mes enfants,
alors que j'ai déjà tout dit ? Je vous demande
Mes enfants, je vous le répète
: priez, prière et pénitence, car l'homme a oublié
la
Je vous bénis comme le Père
vous bénit, par l'intermédiaire du Fils et avec le Saint
Esprit.
MENSAJE DEL DÍA 1 DE DICIEMBRE DE 2001, PRIMER SÁBADO DE MES, EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, aquí estoy otra vez
más como Madre y Señora de todo lo creado, Madre de los pecadores,
de los afligidos. Vengo a hacer un llamamiento a la oración y a
la penitencia, hija mía. Cada día, hija mía, los hombres
tienen menos fe, en sus corazones; el mundo está de mal en peor(1).
Dios es olvidado y ultrajado, y la naturaleza humana se rebela contra los
soberanos derechos del Creador.
EL SEÑOR: Sí, hija mía, los hombres se
quieren convertir en creadores del mundo. ¡Hasta dónde van
a llegar! ¡Cómo destruyen la vida humana! Te dije, hija mía,
hace mucho tiempo, que el hombre estaba estudiando con el ser humano, sin
darle miedo a convertirlo en un ser sin sentimientos. En muchos lugares,
hija mía, están estudiando y mira qué monstruos.
LUZ AMPARO: ¡Ay, ay, qué horror! ¡Ay!
EL SEÑOR: Hasta ahí quieren llegar, hija mía.
El hombre sin Dios no tiene vida, porque es una vida vegetativa; por eso
os pido, hijos míos: orad, orad para que el hombre no sea tan soberbio
y orgulloso que quiere quitar el puesto al Creador... ¡Y nadie como
Dios! Porque el hombre es creatura creada por Él. El mundo está
corrompido, hija mía, los hombres no tienen moral. ¡Hasta
dónde, creaturas de Dios, queréis llegar! El mundo está
así porque los hombres han perdido el sentimiento; por eso pido
oración; sólo la oración y la penitencia pueden ayudar
a que el hombre baje la cerviz y se limite a no traspasar la Ley de Dios.
LA VIRGEN: Orad, hijos míos, acercaos a los sacramentos, amad mucho a Jesucristo y refugiaos en nuestros Corazones. El hombre está deshumanizado, y cuando el hombre no tiene sentimientos es peor que una fiera, arrasa todo lo que pilla. Por eso pido: amaos los unos a los otros, hijos míos, es lo que falta en el mundo; la caridad es el amor. ¿Qué más voy a decir, hijos míos, si ya lo he dicho todo? Sólo os pido que oréis y que no os durmáis, hijos míos. En la oración os comunicáis con Dios, y el que tiene a Dios, no tiene que temer a nadie, nada le falta. Sed humildes, hijos míos, y amad a los que os persiguen y os calumnian. Acudid a este lugar, que seréis bendecidos. Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos para los pobres pecadores. Hijos míos, os repito: orad, oración y penitencia, que al hombre se le ha olvidado orar; por eso el hombre no se conforma con su naturaleza, que cada uno cambia porque no está conforme con lo que Dios ha hecho en él. El hombre no es capaz de aceptar la ley divina y por eso se marcan ellos sus leyes, no se aceptan como son; y repito: el hombre quiere ser mujer y la mujer quiere ser hombre; no se aceptan a vivir limpia y puramente y aceptar la voluntad de Dios y a ser cada uno como es. Se está convirtiendo el mundo como Sodoma y Gomorra, hija mía; será horrible andar hasta por las calles. No os dais cuenta del peligro del mundo ni de las asechanzas de Satanás. Vigilad vuestra alma, hijos míos, vigilad. Os bendigo, como el Padre os bendice por medio
del Hijo y con el Espíritu Santo.
(1) “De mal en peor”= Locución adverbial en castellano; ya explicada
en nota (7-VI-1997).
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